Es normal que queramos tener todo bajo control, porque el ser humano siempre se ha refugiado en lo conocido, lo predecible. La zona de confort es ese espacio en donde la incertidumbre y la incomodidad son mínimas. Pero, ¿eso significa que sea el mejor lugar para habitar? Podemos contar con cierta planificación de lo que haremos más adelante, pero nunca tendremos la certeza de lo que va a pasar en el futuro.
Esta incertidumbre acerca del futuro, suele generar muchísima angustia, miedo y ansiedad. Pero es posible aprender a trabajarla y evitar que nos produzca (tanto) malestar. Gestionar la incertidumbre es lo que nos permite hacer grandes cambios en nuestra vida: dejar un trabajo, emprender, mudarnos a otra ciudad o país, cambiar de carrera, terminar una relación, empezar una nueva relación.
La incertidumbre no es un “problema”, por eso no es necesario intentar dejar de sentirla, sino aprender a convivir con ella. Saber qué hacer cuando aparece. Asumir que no podrás controlarlo todo, ya que no existen las certezas absolutas es fundamental. La incertidumbre es una realidad, y no es necesario huir de ella. Deja atrás la ilusión del control, ya que no te va a llevar a lugares muy placenteros.
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