Es habitual que al acercarse fin de año, hagamos el balance para ver qué hicimos y qué no, y revisar si pudimos cerrar ciclos. ¿Cómo nos damos cuenta de esto último?
En primer lugar, cuando podemos aplicar aprendizajes pasados: esto quiere decir que, si se presenta una situación similar a la que vivimos en el pasado, podremos tomar decisiones más sanas respecto a la manera de actuar o reaccionar, para romper con ese ciclo que no nos deja avanzar.
Aceptas tu responsabilidad: cuando aceptas la responsabilidad, aunque podemos reconocer que nos equivocamos, somos conscientes de que con culparnos no vamos a tener más autocompasión. Esto es una forma saludable de ir cerrando ciclos al ritmo que cada uno tenga.
El recordar sin rencor: cuando recordemos, debemos hacerlo en paz, para reconocer aquello que nos hizo mal y así evitar repetirlo. También es buen momento para agradecer por lo que hemos vivido, lo aprendido y la posibilidad de seguir evolucionando y creciendo como personas.
El reconocer es un buen modo de cierre, ya que de esta manera, podemos aceptar, ante que quedarnos varados en la situación, (lo que hará un estancamiento en el desarrollo personal o la imposibilidad de gestionar emociones diarias actuales).
La importancia que tiene entender las situaciones conflictivas como parte de un todo, cara de la misma moneda que los buenos acontecimientos, es fundamental para encontrar el equilibrio.
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