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lunes, 25 noviembre, 2024

Desconectarnos para conectarnos

patricia-gorza(Por: patricia Gorza)

La tecnología nos cambio los hábitos. Cambiamos la manera de informarnos, de aprender, de comunicarnos, de organizarnos. En pocos años el vertiginoso camino que nos llevo de la PC de escritorio y el Messenger al Smartphone y las redes sociales nos tomo tan de sorpresa que no medimos  la invasión que produjeron en nuestra vida sobre todo las redes sociales. La mesa familiar, la salida con amigos, la sala de espera, la caminata, el trabajo, el sillón de la peluquería, la tribuna durante el partido, la fiesta de casamiento, todo pasa mientras de una u otra forma nos las ingeniamos para revisar la pantalla la mayor cantidad de veces posible. Cuando hablamos de sobreexposición, selfies y chat siempre estamos adjudicándoles a los más jóvenes la responsabilidad y la realidad es que hoy la conectividad y sus excesos no respetan ni sexo ni edad ni condición social alguna. Nos encontramos con abuelas que en vez de contar cuentos miran Pinterest, padres que en vez de dar sermones cuando llegan del trabajo se pelean por Twitter, las tías solteras no leen mas novelas de Jane Austin, ahora buscan compatibilidades por Tinder, mientras hay una generación de chicos que piensa que tener vida social es conseguir muchos me gusta en Snapchat o Instagram.  Ni hablar de que si nos duele algo antes de ir al médico, googleamos los síntomas y en MedlinePlus tenemos todo resuelto menos el sello para la receta. Definitivamente la tecnología nos cambio y aun estamos como caballos desbocados tratando de engullir todo sin freno ni clasificación  sin medir consecuencias aunque ya haya muchos estudios de salud mental que nos están advirtiendo. Un estado de conexión permanente provoca inquietud, falta de concentración y alteraciones del ánimo. Muchos de nosotros no somos capaces de desconectar nunca y la idea de pasar tan solo un día sin poder acceder a la web es algo totalmente tortuoso. Si no somos capaces  de renunciar y centrarnos en otras cosas, puede verse afectada nuestra capacidad para disfrutar. Pero además, también puede deteriorase nuestra capacidad para estar con otras personas y para relacionarnos y no solo eso, también nuestro cerebro se va modificando. La enorme cantidad de textos, videos, imágenes, música, enlaces, actualizaciones, mensajes y publicidad acostumbra a nuestro cerebro a catalogar y archivar, como una gran bibliotecaria clasificamos pero leemos poco y nada, ni hablar de textos de análisis o ensayos lo que nos deja sin ejercitar la concentración y por ende nuestra memoria también se vuelve cortoplacista. Un ejemplo claro de ello es cuantos números telefónicos recordamos de memoria?  Desde que el celular nos soluciona todo con su agenda fuimos dejando de lado el ejercicio de recordar, y les aseguro que muchos de ustedes deberían recordar no menos 20 números con total facilidad. El cerebro se adapta como nos vamos adaptando nosotros lo que eso no significa que lo hagamos bien.

La tecnología es maravillosa de eso no caben dudas, la web y la posibilidad de descubrir el mundo en un solo click o de acercarnos a nuestros afectos que viven lejos y permitirnos compartir nuestra cotidianeidad es simplemente un regalo de la ciencia. Como siempre el problema somos nosotros que como en tantos temas nos cuesta encontrar el equilibrio y hacer uso y no abuso. Le decimos a los chicos ¨ni se te ocurra usar el celular que estamos comiendo¨ y ni bien nos entra un whatsapp salimos disparados a ver de qué se trata como si de eso dependiera la tercera guerra mundial.

Hace poco una amiga me conto que su abuela junta una vez por mes a todos los nietos a almorzar, cuando están todos sentados en la mesa, pasa ella con una canastita donde cada uno debe depositar sus celulares hasta que termine el encuentro. La primera vez fue un fastidio. Hoy el fastidio es lo mejor que les paso, aunque sea tan solo 2 horas a la semana lograron el milagro del encuentro cara a cara para dialogar con el corazón abierto. Y ese es el desafío, encontrar el recreo donde permitirnos desconectarnos para conectarnos.

 

 

 

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