(Por Lic. Magdalena Maineri)
Los chistes, tal vez, son algo que tenemos muy incorporado pero nunca nos hemos preguntado… ¿Hay límites? Seguramente, todos los usamos con frecuencia, ya que posibilita relativizar temas complejos, o “descontracturar” alguna situación.
El sentido del humor es distinto para cada persona, y por ello, a veces, nos puede resultar difícil distinguir algo que es ofensivo, de algo que no lo es. Por eso, en cierto modo, los límites del humor dependen de lo que queramos respetar la sensibilidad de las personas de nuestro alrededor. Pero, en general, está bien plantearse tres cuestiones:
- ¿Cuál es el mensaje que estoy transmitiendo? Nos hemos educado en una cultura que tiende a reírse de lo que no es normativo, por ello, el revisarse determinadas bromas o chistes sobre otras personas, aunque “se hayan hecho siempre” puede ayudarnos a saber si el mensaje que estamos transmitiendo, puede ser ofensivo.
- ¿Estoy en una posición de poder en este momento? La posición en la que estamos también es importante para reflexionar sobre la impresión que pueden causar nuestras palabras. No es lo mismo hacer un chiste en una reunión con amistades donde se pueden expresar si algo les molesta, que hacerlo desde la posición de jefe dentro de un ambiente de trabajo.
- ¿Qué visibilidad tiene lo que estás diciendo? El impacto de lo que digas, también se mide por la plataforma de visibilidad que tengas y cual sea el público en esa plataforma. Por ejemplo, si tengo una cuenta sobre deporte con miles de seguidores, a lo mejor, debería plantearme hacer chistes sobre el cuerpo de otra persona; lugar donde también deberíamos tener límites ya que no es, hoy en día, aceptable emitir juicios de valor sobre los cuerpos o accionares de otra persona.
Debido a todo lo mencionado, se puede afirmar que tenemos una responsabilidad sobre nuestras palabras, y aunque el humor sea distinto para cada persona, podemos evitar que éste se base en otras personas. Sobre todo, cuando no sabemos a quién le puede llegar el mensaje, ni cuál es la realidad atrás de ese pequeño porcentaje que vemos.
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