El suicidio es una palabra conocida, pero siempre solemos no tocarla, ya que suele relacionarse con algo “malo”. Pero el ponerlo en palabras, ayuda a concientizar sobre su prevención. ¿A qué llamamos suicidio? Es cuando alguien deliberadamente termina con su propia vida. La OMS (Organización Mundial de la Salud), menciona que es un problema multifactorial, y que resulta de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales.
El suicidio no es un acto egoísta, es un acto que genera tanto dolor que solo se ve a la muerte como la única salida. Sienten que ya no hay más nada que se pueda hacer, y que el dolor siempre los acompañará
Ahora bien, ¿Cuáles son las señales de advertencia para tener en cuenta? Ansiedad o irritabilidad, cambios de humor bruscos, actuar imprudentemente, alteraciones de sueño (dormir mucho, o por el contrario muy poco), aislamiento de seres queridos, o problemas en diferentes esferas (familia, trabajo, amistades).
¿Qué hacer en el caso que veamos que alguien necesita ayuda? Si alguna persona te cuenta sus sentimientos o pensamientos suicidas, en primer lugar, no debemos minimizar lo que siente ni la situación, ya que por alguna razón, confió en nosotros para poder expresarse. En segundo lugar, no juzgues, porque tal vez, ese comentario puede ser entendido como negativo. Y por último, escuchá, empatizá y busquen en conjunto ayuda profesional.
Se calcula que hay 20 intentos de suicidios por cada muerte. No hablar de salud mental mata. Preguntarle a una persona acerca de sus pensamientos o sentimientos no le motivará a tener conductas autodestructivas. Si no lo hablamos… ¿Cómo lo solucionamos?
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