(Por Lic. Magdalena Maineri)
Hoy en día, es habitual escuchar que alguien “está pasando una crisis existencial”, es una frase que se ha hecho muy común, y si bien solemos usarla para hablar en términos generales como nos sentimos, también puede ser algo más profundo que eso.
¿Qué es una crisis existencial? Es más que un sentimiento de tristeza y cuestionamientos, ya que implica un cambio en la personalidad. Esta crisis se caracteriza por un período de instrospección, y cada persona la puede experimentar de una forma e intensidad diferente.
¿Cuáles son los síntomas habituales? Sentimiento constante de aburrimiento. Desmotivación frente a actividades que antes tenían valor para tu vida. Insatisfacción generalizada, incluso ante buenos resultados. Deseo de cambiar el rumbo de tu vida, rutina y hábitos, pero a su vez, no saber con exactitud cómo hacerlo. Sensación de extrañeza. Pensamientos que cuestionan etapas vividas. Agotamiento emocional extremo. Miedo al futuro. Sensación que faltan muchas experiencias por vivir.
¿Cómo lo enfrentamos? Lo primero que hay que hacer es reconocer qué está pasando, ponerle un nombre e identificar de donde viene. ¿Qué es lo que te inquieta? Eso puede ayudar a rastrear el origen, qué aspectos de tu vida estás cuestionando, en qué áreas te sentís a gusto, en donde ya no te reconoces.
Durante ese proceso, trata de ser compresivo con vos mismo, trata de entenderte y no juzgarte. No sabemos todo, por lo que está bien que a veces las cosas se salgan de control. Hay que trabajar el control y así poder realizar los cambios, empezar a modificar pequeñas cosas para sentirte bien y tranquilo con la manera en la que estás viviendo. Los altibajos son parte del camino, y no frustrarse y pensarlo como aprendizajes, ayuda a posicionarse desde otro punto.
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