(Por: Profesora Alejandra del Fabro) . Neurociencias es una palabra que se debe pronunciar en plural porque no se trata de una sola ciencia, sino de un conjunto de ellas que se encargan de estudiar el cerebro. Como la neuroanatomía y la neurofisiología y ahora surgieron las neuropsicologías y las neuroimágenes, que ayudan también a comprender mucho la función cerebral.
Son ciencias que también está atravesado por otras ciencias y otros saberes que tienen que ver también con lo humanístico, muchas veces se piensa que la bilogía no tiene nada que ver con la filosofía o la antropología, por ejemplo. Pero en este casi sí tienen que ver porque estamos hablando del funcionamiento del cerebro humano, que es lo que produce nuestra mente y es lo que nos hace diferente al resto de las especies del planeta.
Con las neurociencias se han reivindicado un poco también nuestras emociones. Ellas son muy antiguas, están alojadas en el cerebro y son las que guían nuestra conducta. Una emoción es un impulso para la acción. O sea que sin emociones no vivimos.
Venimos con un cableado neuronal de seis emociones básicas que son: alegría, tristeza, sorpresa, asco, miedo y enojo. No tienen que ver con la cultura de la persona ni con la época en que nació: se encontraban en hombres de la época de Cristo, antes y en nosotros mismos.
Hasta hace algún tiempo se decía que todas estas emociones se aplicaba para occidente. Pero con el tiempo nos hemos dado cuenta que no tiene que ver con el lugar del planeta donde uno existe ni a su cultura en particular , sino que es una característica común a la especie humana. Estas seis emociones básicas se aplican genéricamente a toda la humanidad.
Estas seis emociones básicas las tenemos desde que nacemos hasta que morimos. Pero en interacción con los demás, surgen de ellas otras emociones secundarias (o sociales) como el amor, el optimismo, la violencia, la culpa … Justamente se denominan emociones sociales porque surgen en relación con las otras personas.
Una lucha filosófica y añeja que perdió la razón en favor de la emoción
Desde hace siglos primó la idea de que la razón debía primar sobre las emociones. Uno de los neurocientíficos más famosos a nivel mundial, Antonio Dalmasio, escribió un libro que se llama El error de Descartes, justamente porque fue este filósofo el que dijo “Pienso luego existo”. Y en realidad, es que somos seres tan emocionales que primero sentimos, nos emocionamos y después si tenemos suerte, razonamos. Aun así en cada razonamiento hay un alto componente emocional que depende de las experiencias personales de cada ser humano.
Pero cuál es el rol de la inteligencia emocional en esta batalla entre emociones y razón. La inteligencia emocional parte de la teoría de las inteligencias múltiples, de un psicólogo cognitivo y pedagogo, Howard Gardner. Sostiene que las personas somos inteligentes de al menos ocho maneras distintas. Lo que sucede es que cada persona combina esas ocho inteligencias de diferentes maneras y conforme a los talentos que tiene, innatos o adquiridos y tiene que ver con el estímulo que recibieron del medio ambiente desde que son niños a adultos. Estas inteligencias son matemática, visual espacial, lingüística, naturalista, interpersonal (con uno mismo) , intrapersonal (con otras personas), musical y kinestésica o inteligencia corporal. Por ejemplo, uno podría decir que Messi tiene una excelente inteligencia kinestésica y una muy buena también la visual espacial. También la inter e intra personal porque se comunica con los jugadores del resto de su equipo.
Lo revolucionario es saber que todos, absolutamente todos, contamos con las ocho inteligencias pero cada uno las hemos ido desarrollando y combinando a lo largo de nuestras vidas de manera distintas. Esto es un descubrimiento arrollador para el futuro de la educación.
El problema del sistema educativo actual mundial es que, salvo escasas excepciones, se concentraron en una explicación de la inteligencia muy antigua que está concentrada en lo lógico- matemático. Por eso la educación escolar está concentrada en ese tipo de materias y omitieron la parte artística o motriz. Resulta aun sorpresivo pero hay gente que para aprender matemáticas se tiene que mover, o gente que para aprender historia necesita cantar…Este será el gran desafío de este siglo.
Retornando a la inteligencia emocional, podemos decir que ésta combina las inteligencias inter e intra personal. Es decir cómo me llevo yo conmigo mismo y como interpreto que se llevan los demás conmigo y yo con ellos. Hay varios modelos de inteligencia emocional pero todos coinciden en cuatro esferas fundamentales: reconocer las emociones propias y ajenas, poder gestionar las emociones, adecuarlas si hace falta y poder comunicarlas.
Con todos estos nuevos descubrimientos, la conclusión más importante es que es urgente el replanteo a nivel educativo y lo es a nivel mundial. La educación tradicional ha quedado totalmente obsoleta, no solamente en cuanto a los tipos de contenidos y cómo abordarlos sino también a los sistemas de evaluación que deberán tener relación con todo esto que hemos explicado brevemente. No hay que soslayar además la importancia de la formación docente. Hoy estas nuevas ciencias han avanzado en forma inusitada y nos han abierto enormes y nuevos puentes de conocimiento. Pero no tiene sentido de que éste quede entre unos pocos. Hay que democratizarlo. Y sólo será posible cuando logremos compartirlo entre alumnos, padres y docentes.