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miércoles, 27 noviembre, 2024

Actividad física: Un tratamiento coadyudante contra el COVID-19

(Por Prof. Fernando “Cocó” Maineri)

Las vacunas son una herramienta muy prometedora y decisiva para la prevención, y así lograr inmunidad colectiva y con esperanzas de restablecer la vida normal. Sin embargo, aún hay varios interrogantes sin respuestas con respecto a la eficacia real a mediano y largo plazo en distintos escenarios, la variabilidad interindividual de la respuesta inmunológica, que factores determinan una mayor o menor respuesta, cuales son modificables, entre otros tantos. Sin dudas que la vida tal como la conocíamos, ha cambiado, y de la mano de este cambio, hemos adaptado nuestros hábitos a una “nueva normalidad”.

Si bien día a día conocemos más acerca de este virus, nos encontramos ante un escenario que nos ha obligado a cambiar drásticamente nuestro estilo de vida. Y es que  precisamente el estilo de vida es en sí mismo un factor modificable cuyo impacto en nuestra salud ya hemos aprendido de la experiencia con otro gran actor en la historia de las enfermedades infectocontagiosas.

Estudios realizados en jóvenes atletas como en ancianos que realizan actividad física de manera regular mostraron una respuesta inmunitaria más pronunciada.

Pero ¿qué ocurre con quienes no tienen el hábito de realizar actividad física de manera regular? ¿Es tarde? NO. Las intervenciones de ejercicio agudo, de una sesión de ejercicio, someten a nuestro sistema inmunológico a una situación de estrés agudo que podría actuar como un potenciador de la hipersensibilidad al antígeno inoculado, generando una respuesta humoral más pronunciada.

El eslabón poblacional más vulnerable es aquel constituido por el grupo de los ancianos con elevados índices de fragilidad. El fenómeno de “inmunosenescencia” o deterioro gradual de la eficacia de nuestro sistema inmune contribuye al aumento de la morbimortalidad y es inherente al paso del tiempo.

No hay dudas que el ejercicio físico en si es una herramienta con demostrado beneficio en la salud humana. Cada vez hay más pruebas que respaldan su papel como potenciador  de los efectos de las vacunas.

Más allá de la vacunación, la pandemia actual nos ha enseñado la importancia de las medidas preventivas de estilo de vida. El distanciamiento social, la higiene adecuada y las restricciones en la circulación son necesarios, así como también la alimentación saludable, la atención de otras patologías y la ACTIVIDAD FISICA como un innegable rol preventivo, especialmente en los grupos mas vulnerables.

Prof. Fernando “Cocó” Maineri

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