Una pequeña historia personal.
(Por Lic. Hugo Merlo)
Mi hija nació una gélida mañana de Julio del año ‘92, en Buenos Aires, melliza, de bajo peso, la peleó y quedó bonita e inteligente.
Es una típica millenial, nació viendo celulares, desde los “con tapita”, hasta ahora. Fue a la guardería, jardín de infantes y al colegio que elegimos con mi esposa. Trascurrió su niñez y adolescencia normal entre amigos, primas y hermanos varones, disfrutando de sus abuelos en 9 de Julio y José Mármol.
Entre otras cosas, jugó al futbol con su equipo del colegio y obtuvo el derecho a una final en Paris… allá fue…
Cuando terminó el colegio estudió una licenciatura en Hotelería y mientras trabajaba en un Banco importante, un buen empleo, que le permitía ahorrar y progresar.
Pero un día dice que se va a vivir a Australia, a trabajar de lo que sea (ahí me di cuenta que lo que iba a hacer chocaba con mi cultura, definiendo la cultura como una forma de vivir, de relacionarse, osea nuestros valores). En definitiva allá fue.
No tiene experiencia previa en cualquier cosa que ha hecho, limpiar hoteles, asistente de los mineros en una extracción de oro, en la construcción de paneles solares, etc. su única experiencia es no tener experiencia.
En un mundo que cambia tan rápidamente la experiencia pasada pierde importancia.
Buena parte de los avisos de búsqueda laboral piden personas con experiencia como requisito fundamental. En un mundo que cambia lentamente, es natural que la experiencia del pasado pueda ser un atributo para pensar el futuro. Una persona con mucha experiencia es una persona que ha enfrentado múltiples problemas que mal o bien ha ido solucionando, eso ha generado el aprendizaje que lo prepara para lidiar con lo que viene.
Pero un subproducto de la experiencia, de la forma de hacer las cosas, es parienta cercana de la falta de FLEXIBILIDAD y esto es malo en tiempos de cambios acelerados. Cuantas veces habiendo solucionado un problema con ciertas pautas, creemos a raja tabla, que siempre hay que usar la misma metodología y cuando más sentimos saber cómo se hacen las cosas, más difícil se nos hace pensar que lo que funcionó hasta aquí, puede no funcionar más adelante.
Supongamos una tabla, eliminamos los burros “inexpertos y rígidos” y los sabios “expertos y flexibles” nos quedan las opciones a elegir, ¿que será mejor? “experto rígido ER” o “inexperto flexible IF”.
ER, se corre el riesgo que lo que a priori resulta una ventaja, la experiencia, deje de ser un atributo positivo y se convierta en una pesada carga.
Entonces resulta un desafío vivir desprovistos de certezas. En el mundo del futuro será necesario tomar decisiones en incertidumbre, más allá de entender como cambiaran las cosas, la inexperiencia flexible será la mejor alternativa a la sabiduría de la experiencia rígida.
En el futuro hacerse las preguntas correctas y soportar incertidumbre de no saber las respuestas sin cerrarlas, será sin duda la habilidad más valiosa.
En eso, en incertidumbre, está invirtiendo mi hija…soportar la incertidumbre será un atributo valorado en este mundo que fluctúa cada vez más rápido.