23.3 C
Nueve de Julio
jueves, 28 noviembre, 2024

El difícil año para los campos bonaerenses, más allá del coronavirus

El año 2020 sacudió a los productores con pandemia, sequía, cambios en los esquemas de retenciones, tractorazos, robos, usurpaciones y subas en precios internacionales, entre otros factores.

Por Marcelo Metayer, de la redacción de DIB

El año que se fue hace pocos días complicado para todos los sectores, entre los que se encuentra, por supuesto, el campo. Y no solo por el coronavirus, porque como dijera en mayo el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra, “el agro está acostumbrado a las epidemias”. 2020 tuvo de todo: medidas del Gobierno que llevaron a movilizaciones y tractorazos, robos y usurpaciones de campos, clima terriblemente seco, pero también suba de exportaciones y del precio de la soja, y se formó el Consejo Agroindustrial Argentino. Además de, claro, la Covid-19.

A principios de año el cambio de signo político de las administraciones nacionales y de la Provincia era lo que producía el mayor impacto, por las modificaciones en las retenciones a las exportaciones. La pandemia, que se desató en Argentina a mediados de marzo y obligó a cerrar Expoagro antes de tiempo, alteró todas las reglas de juego y muchos de esos dilemas quedaron en segundo plano.

En el campo bonaerense, parte de la zona núcleo agroganadera argentina, ocurrieron unos cuantos hechos destacados en el año en el que el mundo se encerró.

* Campo y Gobierno. Alberto Fernández tenía como una de las banderas de campaña que consultaría con el agro las medidas que se implementarían para el sector. Grande fue la sorpresa de muchos cuando se anunció un cambio en el esquema de retenciones que venía manejando el Gobierno macrista, lo que llevó a la soja a tributar un 27% de derechos de exportación, frente al 18% anterior. Se afirmó de manera oficial que estas modificaciones redundarían en beneficios para los pequeños y medianos productores, pero de todos modos las entidades pusieron el grito en el cielo y comenzaron asambleas, movilizaciones, tractorazos y hasta un cese de comercialización de granos y hacienda organizado por la Mesa de Enlace, con la sola oposición de la Federación Agraria Argentina.

En la provincia de Buenos Aires fue notable la movilización que se reunió en Expoagro, donde los productores autoconvocados montaron un escenario con sillas vacías, en representación de las entidades que se negaron al diálogo.

* Una provincia con “desarrollo integral”. El cambio a nivel nacional de la relación con el sector se registró también en la provincia de Buenos Aires, donde el titular de Desarrollo Agrario, Javier Rodríguez, afirmó que “construimos un ministerio desde cero” y que “necesitamos de todos los sectores trabajando de manera conjunta para impulsar el desarrollo integral”.

Entre otras medidas tomadas por su cartera, están el impulso a las cooperativas, que “tienen un rol clave en el desarrollo agrario”, la campaña de prevención de las enfermedades de transmisión sexual en bovinos y los análisis gratuitos de calidad de trigo. Además, también se trabajó en mejorar los caminos rurales y en asegurar la financiación para el campo a través del programa Provincia en Marcha.

* Coronavirus. En cuanto se declaró la pandemia y el país entró en el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio o “cuarentena”, el sector agropecuario fue declarado esencial. Así, se logró abastecer de alimentos hasta el último rincón del país. Hubo casos aislados de problemas en fronteras entre provincias, pero fueron los menos. El ministro Basterra le dijo a DIB hace un par de meses que “el compromiso de los trabajadores y los productores hizo que en la mayor parte de las actividades se hayan definido protocolos y lineamientos para poder llevar adelante las tareas con el más bajo riesgo posible de contagio. Y esto permitió que la producción en el terreno prácticamente no haya tenido inconvenientes”.

* Delito rural. Se registraron muchos casos de inseguridad rural, desde rotura de silobolsas, robo de maquinarias y agroquímicos e incendios intencionales. Productores y dirigentes expresaron su preocupación por que desde las estructuras gubernamentales no hubo condena ni repudio al avance delictivo sobre el sector agropecuario.

Un caso notable ocurrió en mayo en Tapalqué, cuando un productor evitó a último momento que le birlaran más de 9 toneladas de soja. Desde la oposición se sostuvo que detrás de estos hechos había una intencionalidad política pero el Gobierno sostuvo en todo momento que “se trata de problemas entre particulares”.

* El caso Vicentin. El Gobierno se propuso mediar en el mercado de cereales y con ese propósito intervino primero, e intentó expropiar después, la agroexportadora Vicentin, que está en concurso de acreedores desde febrero. El campo se abroqueló detrás de lo que consideró un “asalto a la propiedad privada” y se realizaron movilizaciones en diversos lugares del país; así, el presidente Alberto Fernández decidió dar marcha atrás. Mientras tanto, el reclamo de los productores y otros acreedores de la empresa para cobrar la deuda de Vicentin con cada uno de ellos se mantiene.

* Mal tiempo. A principios del año la Bolsa de Cereales de Buenos Aires había publicado que el área agrícola quedaba “vulnerable al posible desarrollo de un episodio de ‘La Niña’ durante la temporada 2020/2021”. Eso finalmente sucedió, por lo que se tuvo un invierno y una primavera extremadamente secas que hizo que cayera la producción en muchas zonas. Por ejemplo, de 21 millones de toneladas (M/tn) de trigo proyectadas al principio de la campaña, la previsión cayó a 16,7 M/tn, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). La larga sequía, además, continuará durante los primeros meses de 2021.

* La soja, para arriba. Para los productores sojeros, de todos modos, el año terminó con buenas noticias: el precio de la soja subió 20% en 2020 y abre las puertas para un mayor ingreso de divisas en 2021.

La oleaginosa cerró con un precio internacional récord de casi US$ 435 la tonelada, el valor más alto de los últimos cuatro años y medio. Es un 24% más que a principio de año, y un 44% con respecto al valor más bajo que se registró el 16 de marzo, cuando la primera ola del coronavirus golpeaba nuestras costas. No solo aumentó la soja: el precio del maíz creció un 9% y el del trigo, un 7%.

* Asado en Pekín. La carne argentina no para de venderse al exterior, impulsada por las compras de China. Solo en noviembre se exportaron 94 mil toneladas de carne bovina, que en los primeros once meses del año habían totalizado 825 mil toneladas, por US$ 2.510 millones, con un aumento del 10% en volumen respecto a igual lapso de 2019.

* El agro con su Consejo. Otra de las señales positivas fue la creación del Consejo Agroindustrial Argentino, un espacio conformado por 57 entidades de la cadena agroindustrial. Allí se promueven proyectos de corto, mediano y largo plazo para aumentar los niveles de exportaciones y empleo en los próximos 10 años. Hubo avances con el Gobierno en temas menores pero aún faltan debates sobre retenciones y financiamiento.

El año finalizó de manera muy diferente a la que comenzó. La vacuna contra el coronavirus trae la esperanza de poder volver a las actividades y discusiones previas. Habrá que ver cómo repercute todo esto en la actividad agroganadera, mientras se sigue rogando por esa lluvia que no llega. (DIB) MM

Últimas noticias

Demanda de combustibles: algunas señales de recuperación

En octubre, el consumo de combustibles al público mostró una baja interanual del 8,8%, aunque menos pronunciada que la...

Noticias relacionadas