Hay una frase que dice “A las palabras se las lleva el viento”. ¿Cómo el viento va a llevarse algo tan pesado? El peso de cada palabra depende del emisor, del receptor, de las circunstancias y de tanto más que no controlamos. Estamos en un momento de introspección. Es una situación que nos obligó a quedarnos en casa, tener más tiempo libre, y cuestionarnos o replantearnos algunas cosas. Es útil saber, ¿Cuánto pesan las palabras? Si bien no son materia y no se pesan en gramos o en kilos, el impacto de las palabras en otro, pueden tener gran repercusión.
Lo que para nosotros no es importante, o es un “chiste”, no necesariamente indique que para el otro también lo es. Estamos atravesando un momento donde hay falta de empatía, de ponerse en el lugar del otro. Muchas veces desconocemos algún aspecto de otra persona, ya sea de un familiar cercano o de un amigo que no vemos hace tiempo. Es posible que los miedos, las frustraciones, y los conflictos nos lo guardemos y solo sean parte de nuestra intimidad; Por lo que una broma o un comentario, puede desencadenar en otra persona angustia, enojo o tristeza.
Las palabras que aplastan son aquellas a las que no logramos asignarles el lugar correcto. No sabemos qué lugar le asignó el otro a nuestras palabras. Como el otro tampoco sabe la lucha interna que tenemos con nuestros fantasmas. Es cuestión de empatizar más, de conectarnos desde otros ámbitos. Cada uno está en su proceso, y no sabemos lo que pasa internamente. A veces uno se arma una coraza y crea una imagen, pero no necesariamente condice con el interior. La salud mental, no siempre se ve a “simple vista”.
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Diplomada en Psicooncología.