(Por Mónica Gómez)
Desde que nacemos transitamos por etapas donde cada conocimiento adquirido es llevado a la práctica, es un constante mecanismo de supervivencia, aprendemos y aplicamos en simultáneo. Cada período de nuestra evolución se hace a partir de los conocimientos adquiridos, nos invita a replantear esos conceptos y formularnos nuevas preguntas. Vamos desarrollando la capacidad de ver el mundo desde lo aprendido y esa virtud es importante para dejar nuestra huella en el paso por esta vida.
El derecho universal a la educación es sin duda uno de los más vulnerables en torno a la ruralidad. Los factores que influyen en la baja de la escolaridad son causas que se desprenden del sistema agrario. Las grandes distancias, los caminos precarios, la falta de personal e instituciones en cercanías a los parajes rurales, son algunos de los motivos por el cual el niño es privado de un derecho tan significativo en la vida de una persona como el de la educación. Antes estas adversidades, es necesario intentar el acercamiento de la escolaridad a los más necesitados, teniendo en cuenta sus características socios ambientales y su forma de vida. Nada más cercano a la ruralidad que las escuelas con orientación Agraria, y en la provincia de Misiones estas tienen un renombre fuertemente asociado a la educación de excelencia. Las EFA (Escuela de la Familia Agrícola) son una forma de educación, creadas en principio para valorar el trabajo rural y junto a la comunidad promover el desarrollo regional. Estas escuelas son integrales ya que su metodología no es básicamente la del aprendizaje tradicional, en estas instituciones el niño cuenta con la modalidad intensiva, por 15 días, en el cual se albergan en el mismo establecimiento. Esta forma conlleva a que el alumno participe en clases teóricas y prácticas, así también comparten con sus pares, auxilian en el funcionamiento de la escuela y obtienen nuevas prácticas de convivencia que garantizan una formación integral del individuo.
Muchos son los que están por detrás de un proyecto de tal envergadura, desde los cimientos de las futuras instalaciones hasta el día a día en las clases. Alicia Nuñez es una de ellas, esta mujer es egresada de una EFA y cuenta que hace unos veinticinco años terminó sus estudios secundarios gracias a este método de educación, a partir de su proyecto final pudo obtener su primer trabajo por el cual siente un profundo agradecimiento. Hoy es una de las que colabora, alienta y motiva los proyectos para la realización de más escuelas y está convencida de que facilitar la educación a los niños que no tiene la oportunidad de salir de sus casas para realizar la secundaria en localidades alejadas es una necesidad imperiosa. Cuenta que si no hubiera tenido en San Vicente esa oportunidad, ella y sus hermanos no hubieran podido realizar sus estudios secundarios. Con Pandemia de por medio, intrépida, apostó a su trabajo y a colaborar con la impulsora de este proyecto María Cristina Bandera que junto a la ayuda del municipio de La colonia de Wanda, en el centro de la provincia, para la nueva escuela que esta próxima de ser un sueño hecho realidad. Hoy, ella tiene una responsabilidad muy grande y aunque tuvo que dejar su lugar se siente orgullosa del cargo de regente que lleva en esta nueva escuela. Cuenta que todo el personal que trabaja en una EFA tiene una función total, se construyen desde el afecto y con responsabilidad, ya que por el tiempo que los niños están alojados, son parte de su vida. Reconoce el compromiso que se asume ya que se les brinda un servicio a las familias, una educación, y el niño adquiere conocimientos para luego volcarlos en torno a la labor de la familia. Se aprende a trabajar en forma asociativa, colaborativa y adquieren valores propios de estas instituciones. Los padres cumplen un rol fundamental en esta modalidad, son coeducadores y la comunidad en si es una afluente del conocimiento de los alumnos. Es un Beneficio recíproco que pone en valor el trabajo de los productores, acercando a las futuras generaciones del campo las prácticas tecnológicas para el cuidado de la tierra y el medio ambiente
Confianza y conocimiento brindan estas instituciones, y personas como Alicia son las que ponen el corazón y el alma para procurar acercar a los niños la educación que todos deberían tener.
La receta de hoy llega desde esta tierra colorada y es uno de los manjares que nos da la zona
Dulce de Maracuyá
Ingredientes:
- 1 taza y 1/2 de pulpa de maracuyá que tu mismo puedes
- 1 taza de azúcar
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- Aproximadamente 1 taza y 1/2 de agua.
Procedimientos:
Extraer la pulpa de la fruta que está en su interior, verterla en una cacerola agregar el azúcar, una taza de agua y la cucharadita de vainilla. Cocinar a fuego medio y hasta que hierva por aproximadamente 30 minutos. Revolver constantemente. Pasado este periodo de tiempo, retirar la preparación del fuego y la colarla, evitando que quede ningún trozo de semilla. Te aconsejo que la pulpa que quede en el colador, la aproveches de la siguiente forma: volver de nuevo en la cacerola, cúbrela con aproximadamente media taza de agua y luego hiérvela por unos 15 minutos, hasta extraer todo el sabor. Finalmente, colar esta preparación y la unirla con la anterior. Llevar toda la pulpa a hervor durante 30 minutos más, removiendo la mezcla constantemente (para que no se pegue) y apagar el fuego al notar que tiene consistencia de mermelada.
