Hay en nuestro país una idea dominante, con algunas variantes a lo largo de los años, pero con un cuerpo doctrinario bastante rígido. Básicamente este conglomerado de argentinos cree que el Estado omnipresente debe ser responsable de la economía para alcanzar ciertos objetivos, por eso se la pasan pidiendo al Presidente que arregle todos los problemas Económicos. Si bien la economía NO ha generado un aumento de la calidad de vida, ni ha erradicado la pobreza, por el contario la ha aumentado, no se toma consciencia que el Estado ha sido inoperante y carente de idoneidad para erradicarla, y así estamos. La sociedad prefiere culpar a los malos gobernantes que nos tocan, pero nunca al Estado. Esto no es cuestión de gobierno, con matices, se puede ver una gran similitud que todos tienen en sus ideas económicas. Corolario, el ideario colectivo dominante no cree que la actividad privada pueda ordenar la relaciones económica sin la intervención del Estado, dice Ernesto Sandler en su libro “El Estado Terminator”. Si uno separa los discursos pasionales (para la tribuna), algún momento histórico o las nomenclaturas genéricas que sirven para describir los gobiernos liberales, dictatoriales, progresistas o de centro, todos actúan de manera similar en cuanto al orden económico
Esto es curioso porque los argentinos somos capaces de ofrecer nuestra vida por la libertad política, los derechos humanos, la libertad de expresión, pero les resulta no creíble que la gente planifique y organice libremente sus actividades económicas de acuerdo los objetivos individuales.
En este momento tan particular de nuestra vida, dónde la situación sanitaria es complicada por la pandemia, todos estamos con expectativas inciertas por el impacto económico que subyace al fenómeno. Percibimos que la situación económica es realmente preocupante y, para reforzar el ideario dominante, todos están esperando la mano de Estado Omnipresente para encarrilar los restos del desastre, y yo me pregunto ¿Si nunca lo hizo bien, porque lo va hacer ahora?
Uno escucha: ¡60 medidas! por un lado, impuesto a Riqueza, modificación de la alícuota de impuestos a las ganancias, devaluación, modificación de régimen cambiario, declaración de servicio publico internet y telefonía celular etc. etc. y por ahora nada de incentivar la actividad privada y desregular la actividad económica, por ej. reformular la parafernalia de impuestos actuales que generan economía informal y que desconocen el funcionamiento de los factores de producción, impuestos al trabajo que desincentivan la contratación de personal. Esto es tan así que para ejemplo basta decir que el primer día de Setiembre (además del cumpleaños de mi sobrino Alfredo) el aspecto importante fue la avalancha de compra de U$S 200 permitidos para el mes y la detección de miles de cuentas creadas a los efectos de multiplicar esas cuentas y esquivar la regulación.
Hacer lo que hicimos hasta hoy dará los mismos resultados obtenidos hasta ahora.