La Economía Circular (EC) propone un modelo alternativo al sistema lineal de degradación, basado en la extracción, fabricación, utilización y eliminación; promoviendo una cultura regenerativa, maximizando los recursos existentes y minimizando los desperdicios.
Algunos Estados han adoptado este enfoque para minimizar las externalidades negativas y crear oportunidades de negocio. Ciertos países de la OCDE han incorporado a la Agricultura dentro de sus estrategias de EC. La llamada Agricultura Circular no es un concepto totalmente nuevo ya que agrupa elementos en curso (reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, las emisiones, mejorar packaging, uso en cascada de productos, etc.), pero sí define una nueva forma de pensar el Agro.
Quien avanza firme en ese camino es Holanda, a través de la propuesta “Agricultura, Naturaleza y Alimentos: valiosos y conectados” liderada por el Ministerio de Agricultura, Naturaleza y Calidad Alimentaria. La misma se alinea con el ‘Green Deal’ o Pacto Verde por el que la UE se compromete a ser ‘carbono neutra’ a 2050 y que, entre otras cuestiones, incluirá medidas en frontera para productos importados en los próximos 3 años. La iniciativa no sólo integra todos los eslabones de la cadena, del productor al consumidor, sino también todos los niveles de gobierno, planteando la colaboración entre Estado, provincias y municipios.
Argentina: situación actual y desafíos
En Argentina, la Agricultura Circular se asume dentro del concepto Bioeconomía que incluye no sólo la producción de alimentos, sino también sectores como el energético, farmacéutico, entre otros y hace referencia a la transformación de la biomasa en gran diversidad de bioproductos.
Según el informe de A. Coremberg para la Secretaría de Agroindustria de la Nación de 2019, la Bioeconomía generó en 2017 el 16,1% del PBI argentino, unos 86.695 millones de dólares, y entre 2012 y 2017 el sector creció un 8,3% (a precios constantes), más del doble del crecimiento de la economía nacional.
Los biocombustibles explican solo 1% de la Bioeconomía, que tampoco se circunscribe a la biomasa generada por el Agro: un 42% del valor agregado lo generan las industrias bio de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA, 28%) y Manufacturas de Origen Industrial (MOI, 13,8%).
La biomasa y la industrialización explican el 85% del valor agregado de la bioeconomía. El 15% restante lo generan sectores asociados como el comercio y el transporte. En 2017, la bioeconomía alcanzó 2,47 millones de puestos de trabajo directos, el 12% del total de puestos de la economía argentina.
Argentina tiene la oportunidad de posicionarse en el escenario global con un modelo líder en balance de C como es la SD. Pero nuestro rol no puede restringirse a la exportación de materias primas. Según el informe La Bioeconomía como Estrategia para el Desarrollo Argentino, impulsado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología junto a actores del sector, la implementación de un camino bioeconómico no puede librarse a la espontaneidad del mercado y exige una orientación por parte del Estado.
Por empezar, un plan nacional debe apoyarse en las iniciativas territoriales. Nuestro potencial bioeconómico tiene diversidad de aristas, desde la caña de azúcar en el NOA o la industria maderera en NEA, hasta el cultivo de algas marinas en la Patagonia. En este sentido, el apoyo técnico y el desarrollo científico aplicado son elementos esenciales.
También lo es el apoyo a la inversión y a los mecanismos de participación de actores. Un ejemplo está en el sector azucarero en el NOA. Según Eduardo Romero de la EEA Obispo Colombres “la región es referente mundial en manejo sustentable del cultivo (cosecha en verde con máquinas integrales, conservación de residuos y valor energético) y en el desarrollo de indicadores como balance energético y ciclo de vida, pero que depende de la inversión privada para el desarrollo industrial”.
Fomentar oportunidades horizontales y la integración entre actores – PyME, asociaciones e instituciones públicas -, será clave en la búsqueda de oportunidades innovadoras a nivel local bajo la formas de cooperativas, clubes de innovación o consorcios ad hoc.
Por último, la circularidad requiere debate y consenso global: para fijar metodos de medicion de secuestro de C, sellos de calidad, etc.
La Bioeconomía tendrá su espacio exclusivo en el XXVIII Congreso virtual de Aapresid (del 18 al 28 de agosto, con figuras como Facundo Etchebehere, VP Global de asuntos públicos de Danone, representantes del Ministerio de Holanda y Gustavo Idigoras.
En el escenario local, NEA y NOA desembarcan con todo su potencial: experiencias en producción silvopastoril en Corrientes, sistemas integrados de agro-piscicultura con agregado de valor en origen en Chaco, y caña de azúcar para bioenergía en el NOA.
(Noticias AgroPecuarias).