El mayor desafío económico global en 100 años encontró a la región en una franca situación de debilidad estructural.
América Latina y el Caribe (ALC) es la región que tiene las opciones más limitadas para salir pronto y menos dañada de la pandemia, respecto a las naciones más avanzadas, señala el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su reciente estudio titulado “Salir del túnel pandémico con crecimiento y equidad: una estrategia para un nuevo compacto social en América Latina y el Caribe“
“Los países que antes de la pandemia contaban con ingresos más altos, y construyeron mejores redes de protección social para sus miembros más vulnerables, entraron a la crisis mejor preparados para suavizar su impacto”, dice el BID.
Las opciones para América Latina y el Caribe (LAC) para la recuperación económica son más limitadas. La pandemia encontró a la región debilitada, con escaso crecimiento, en buena medida debido a las políticas que se siguieron en décadas anteriores. En particular, la respuesta a la crisis de 2008-2009 resultó en más deuda, mayores salarios en el sector público y mayores transferencias, no del todo focalizadas en los más vulnerables, que poco contribuyeron al crecimiento inclusivo”, expresó el organismo.
Por si el desafío que hoy enfrenta la región y el mundo fuera poco, en el caso específico de LAC es evidente la fragilidad fiscal de la mayoría de los países de la región, “Antes de la crisis del Covid-19, América Latina enfrentaba ya una situación fiscal más débil que la que prevalecía en la víspera de la Gran Recesión de 2008-2009. Las brechas fiscales, en promedio, eran 2.4 por ciento del PIB más amplias, y el nivel de deuda superior en 22 puntos porcentuales del propio PIB”, dice el BID.
Peor aún, las estimaciones del organismo financiero indican que la respuesta actual a la crisis generada por el Covid-19 aumentará aún más la deuda pública de la región. Así, la deuda podría aumentar hasta 15 puntos para colocarse hasta niveles de 73 por ciento como proporción del PIB, tal situación pondría en aprietos la sostenibilidad de las medidas y problemas macroeconómicos que aumentarán el costo del financiamiento para la región.
En el contexto anterior, aquellos países que generen la certidumbre necesaria tendrán mayores oportunidades de salir de la crisis más rápido y mejor fortalecidos, el BID lo expresa así: “Los gobiernos que, dentro del túnel (de la pandemia), hagan promesas creíbles de bajar los costos de crear empleo y de mantener la estabilidad fiscal una vez que la amenaza sanitaria haya aminorado, podrán contar con una recuperación económica más rápida aún dentro del túnel. Tales promesas facilitarían una decisión difícil que ya enfrentan las empresas: invertir ahora para reducir los riesgos de contagio y poder abrir rápidamente, o más bien, postergar su apertura hasta que tengan más certidumbre sobre las políticas futuras de los gobiernos”.
Esta certidumbre también se traduciría en una menor posición de cada uno de los gobiernos en sus negociaciones con los mercados financieros y su papel frente a los mercados de capitales.
Reformas a implementarse dentro y fuera del contexto de crisis
Las medidas que propone el BID para que LAC recupere su crecimiento se organizan en dos fases, aquellas que deben aplicarse cuando las economías se encuentren todavía dentro del túnel pandémico (es el caso actual en LAC), y las que deben implementarse fuera del túnel.
Estando en la crisis el BID recomienda:
1) Evitar crisis sistémicas, tanto fiscales como financieras: Dicho peligro es grande, ya que la pandemia del Covid-19 es única por su magnitud, su llegada repentina, su extensión geográfica, y su duración. En más de 100 años nada parecido ha azotado al mundo, haciendo difícil aprender de pandemias del pasado sobre cómo lidiar con los efectos económicos de la pandemia actual. En cambio, los desastres financieros más recientes, aunque no de la misma índole, sí arrojan lecciones importantes.
2) Limitar pérdidas que frenarán la recuperación – tanto de la salud como económicas: El contagio y la mortalidad, las pérdidas sociales y económicas que resultan del distanciamiento voluntario de las personas, y las que resultan de las políticas de contención, sobre todo el desempleo y las quiebras masivas, y el cierre del sistema educativo. Todas esas pérdidas tienen un fuerte impacto humano.
3) Comenzar la reconstrucción del compacto social, estableciendo una senda clara de reformas que sentarán las bases de un crecimiento inclusivo al salir del túnel.
En esencia, el BID expresa que esta limitación de pérdidas que hagan los países con dichas medidas cuando se encuentren dentro del túnel pandémico, permitirá mantener el tejido productivo de la economía, vital para recuperar la senda del crecimiento una vez que se salga.
Pero no se trata de limitar pérdidas por hacerlo, se trata de adoptar acciones que limiten esas pérdidas en forma verdaderamente estratégicas y para ello existen diversos rubros que son fundamentales como: medidas fiscales, educación, medidas financieras e infraestructura.
Fuera de la crisis se recomienda:
1) Remediar las pérdidas de capital humano e intangible que no se pudieron evitar.
2) Del menú de reformas fundamentales, inmediatamente adoptar aquellas que se prestan a la rápida implementación y que tienen impacto inmediato: reasignando gasto público hacia sectores que estimulen la recuperación más rápidamente, y propiciando medidas que prontamente estimulen mayor empleo mediante reducciones de los costos laborales no salariales y otros costos de operación de las empresas.
3) Seguir la senda de las reformas, avanzando con la agenda de crecimiento inclusivo para que, a diferencia de crisis anteriores, los países puedan comenzar a converger hacia las economías avanzadas y a atender los retos pendientes, tales como la desigualdad y la sostenibilidad ambiental.
Lamentablemente, la región saldrá del túnel pandémico más pobre de lo que entró, con más desigualdad, desempleo, descontento social e inestabilidad fiscal, expresa el BID, por lo tanto, recuperar el crecimiento general y el crecimiento inclusivo no será tarea fácil.
“Un claro síntoma de las crisis es el colapso de la inversión, que suele llevar años en recuperarse. La caída promedio de la inversión en países emergentes producto de una crisis financiera es de casi 35%, y dos años después de la crisis sólo un tercio de esa brecha suele cubrirse espontáneamente. Por ende, políticas que estimulen la inversión, tanto pública como privada, serán esenciales”, asegura el BID.
Un primer paso podrá darlo el sector público, una vez pasado lo peor de la pandemia, reasignando fuertemente gasto hacia la inversión pública; pero, el desafío que enfrentarán los gobiernos es cómo lograr que la inversión privada participe del estímulo, con particular énfasis en la inversión directa extranjera.
Para ello, se deberá rápidamente bajar los costos de emprender la actividad económica, sin olvidar el frente financiero y regulatorio. Pero, quizás el frente más importante será el laboral ante los brutales niveles de desempleo que enfrentará la región.
Reformas para que el gasto promueva el crecimiento inclusivo, para que la política tributaria promueva el crecimiento y para reducir los obstáculos a la creación de empleos productivos, serán imprescindibles.
América Latina y el Caribe, igual que el resto del mundo, enfrenta el mayor desafío económico en prácticamente un siglo, no hay forma de que salga avante sin cambios y medidas que no forman parte de una receta de emergencia sino de estrategias que debieron implementarse hace muchos años en la región y que hoy se vuelven indispensables no sólo para recuperar el crecimiento, sino para que este deje de ser mediocre de una vez por todas.