Hace un tiempo se me ocurrió… “Hay batallas que no pienso dar, más vale no tener razón que estar discutiendo sin sentido” esto me llevó a considerar en qué conversaciones participar o no, según los temas y los participantes de la charla.
Cien días de cuarentena. Recuerdo que en el origen, como una conquista gloriosa e impensada, sugeríamos que había un tema disruptivo, PANDEMIA, que “saltaba” la grieta. Parecía algo milagroso que podía sentar las bases de una relación necesaria. Los comentarios periodísticos daban cuenta del tema, se sorprendían de la foto de Alberto, Kicillof y Larreta en un armonioso acuerdo. El hecho es que no todo fue color de rosa y sigue como entonces. Digamos que lo que respecta a la pandemia, el trío mantiene cierta coherencia, que por otro lado sería imposible no mantener, vista la amalgama característica del AMBA.
Otros tópicos inherentes a la pandemia, como la morigeración de encierro, los aspectos económicos y otros nuevos, Vicentin, la renegociación de la deuda y otros, nos dan la pauta que el distanciamiento perdura.
De antemano quiero decir que si la grieta fuese una cuestión de opiniones fundamentadas, generadas en un ambiente de escucha, moderación, no falseando la realidad, desprovista de actitudes fanáticas, ni gritos e insultos, bienvenida la grieta. Pero lamentablemente no es así, entonces mucha gente se ha retirado de la conversación y escuchamos que dicen “es preferible no discutir” y de esa manera se produce el hueco y piedra libre para la prepotencia y los gritos. Los que se retiran y dejan el hueco crean entre los que permanecen una “ilusión de verdad”.
La ilusión de verdad es un mecanismo por el cual se llega a creer que algo es cierto, se lo defiende como innegable y además se cierra cualquier posibilidad de que sea falso. De tanto repetirse las cosas se empiezan a procesar como verdaderas.
Se cree que la ilusión de verdad se produce por el funcionamiento de la memoria implícita que es aquella que utilizamos para atarnos los cordones, manejar un auto, etc. es la memoria que se utiliza previamente para efectuar una tarea, aprendemos a hacerlo y después eso nos facilita las cosas. Este mecanismo es el que se utiliza “miente mil veces y se transformará en verdad”.
Está comprobado que cuando se juntan personas que piensan igual y conversan entre ellas, las opiniones se hacen más homogéneas. Así el dialogo desaparece y, dentro del grupo, ya no importan ni las evidencias, la educación, y eso acrecienta las diferencias y exacerba la grieta.
Aparece lo que en las ciencias sociales se lo conoce como TRIBALISMO. Fenómeno cultural por el cual los individuos crean grupos u organizaciones de naturaleza social con los cuales identificarse y reafirmarse como parte de un algo más grande.
De esta manera mucha gente se silencia, se retira del debate, no porque no tenga una opinión, sino porque se harta de discusiones, porque se la descalifica, se la penaliza, entonces opta por la mordaza, y cuanto más sucede esto prevalece una sola idea. El silencio se lo considera aceptación y se asume esto como un consenso. Y este proceso nos lleva a la grieta como consecuencia y una ilusión de consenso.
Y para esto somos fantásticos, solamente había que ver como los ahora en el gobierno descalificaban las manifestaciones callejeras de los anteriores en el gobierno con los mismos argumentos, solo que ahora se invertían los roles.
Para superar lo que llamamos “grieta”, debemos salir de la Tribu, y “conversar” con una actitud pluralista, que la discusión sea, hablar y escuchar, sin escucha no hay conversación. Además se discuten ideas no personas.
Hay que derrotar el tribalismo porque se avecinan tiempos dónde la materia prima, para salir de la debacle, serán las ideas, las mejores, vengan de donde vengan, de esta manera se fortalecerá el sistema. No es una cosa simple, aunque individualmente podemos comenzar por practicar la ESCUCHA DEL OTRO.