Desde hace algunas semanas estamos atravesando una situación sanitaria muy compleja, la cual no tiene precedentes en nuestra historia. Entendemos, luego de conocer la experiencia de otros países, que se han tomado las medidas en tiempo y forma y que la cuarentena precoz fue eficaz y necesaria para impedir la propagación exponencial del virus en la población general. Esto logró evitar, hasta el momento, el colapso rápido de nuestro sistema de salud.
En esta comunidad heterogénea, en la que conviven personas de edades diversas y diferente realidad socioeconómica, hay que remarcar que el estado de salud global e individual es clave para analizar los riesgos.
Con relación a la obesidad, las primeras observaciones muestran que esta enfermedad genera una situación de mayor vulnerabilidad a la infección y al desarrollo de los cuadros más graves. Es decir, Los obesos severos o mórbidos (aquellas personas que presentan una obesidad avanzada) tienen el sistema inmune alterado debido a que esta enfermedad se comporta como un estado de inflamación crónico (permanente). Cómo consecuencia, estarán más predispuestos a infectarse. Pero lo más importante es que esta condición parecería motivar una rápida tendencia al desarrollo de cuadros graves que comprometen al sistema cardio-respiratorio con mayor necesidad de cuidados intensivos y mayor tasa de mortalidad.
Estudios observacionales de las poblaciones más afectadas en China y EE.UU, entre otras, muestran que el riesgo de vida en este tipo de pacientes estaría incrementado debido al empeoramiento del compromiso pulmonar. Tal vez por la disfunción respiratoria que habitualmente presentan los obesos mórbidos, o quizás también por el deterioro inmunológico concomitante producto del COVID-19. Respecto a esto último se ha detectado en China, Europa y EE.UU, un incremento desmesurado en la respuesta del sistema inmune que promueve el empeoramiento del estado de salud y que parece seguir un camino distinto al de las enfermedades infecciosas pulmonares habituales.
Hay que recordar que un gran porcentaje de los Obesos severos o mórbidos presentan enfermedades concomitantes o comorbilidades tales como Hipertención Arterial, Diabetes tipo II, trastornos pulmonares, niveles elevados de colesterol y otros lípidos, hígado graso, trastornos cardiovasculares mayores, etcétera. Cada una de estas enfermedades representa factores de riesgo individuales que elevan la posibilidad de infección grave y mortalidad.
Por lo tanto debemos poner especial énfasis en:
- Recomendar el control periódico
- Hacer un seguimiento estricto y adecuado de los pacientes afectados y sus comorbilidades
- No suspender los diferentes tratamientos que se abordan para mitigar la obesidad severa
ASESORÓ: Comisión de Cirugía Bariátrica y Metabólica de la Asociación Argentina de Cirugía. Dres. Alejandro Grigaites, Jorge Harraca, Eduardo Babor, Ezequiel Fernandez y Ariel Ferraro.