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Nueve de Julio
viernes, 29 noviembre, 2024

Che ¿Te acordás de la cuarentena?

Relato fantástico y esperanzador. (Por Lic. Hugo Merlo)          

Suena el despertador a las 8 a.m., me levanto sin apuro. El transitar sin urgencias es un hábito  adquirido, y que no  tengo claro cuando, pero desde hace un tiempo descarto toda actividad que implique compromisos con horarios. Prendo la radio y el  locutor dice…

– Hora   8 y 29 en el Territorio de la República Argentina, hoy es 22 de octubre de 2021, día  primaveral, los rayos del sol perforan las nubes, una mínima de 14° y una máxima de 26°, con alegría en la voz.

Elijo ropa cómoda, acorde para un desayuno con amigos en el bar del centro donde vamos todos los días. Está siempre muy poblado de parroquianos que se reúnen como en ceremonia religiosa, Luisito, el Negro, Paito, Peto y otros, pero el grupo es homogéneo,  “especialistas” en temas variopintos, dialogan cual doctores griegos

Ya 10 y 30 de la mañana salgo por calle San Martín, miro con alegría la majestuosa puerta del Parque, abierta de par en par, el sol ya furibundo me pega en la frente. Subo al auto, recorro 500 metros y saludo a Raquel que barre la vereda, yo le levanto la mano, ella apoyada en la escoba gira los brazos como un ventilador. Siempre vivió ahí, siempre barrió la vereda y saludó igual, una hermana de la vida. Todo normal.

Mi camino sigue, paso frente al Colegio de hermanas y me vuelve a llamar la atención un cartel que han puesto desde principios de este año, “CLASES VIRTUALES”, y aclara,  a partir de 1er. año algunas materias se cursaran a distancia. Esto lo he visto en otros Institutos de educación, inclusive en la  Escuela de Comercio. Normal

Doblo por libertad, recorro la Catedral de reojo, ensayo una “señal de la cruz”,  la Municipalidad en actividad,  eludo el banco Provincia, percibo que desde hace un tiempo a esta parte la gente utiliza medios electrónicos de pago y hay mucho menos tropel, aunque por la situación se cobran muchos más planes.     

Una cuadra por Av. Mitre y me suena el celular. Me llama Pocholo que anda con el Negrito y me dice que a la noche hay peña…me preguntan si voy a ir a comer asado, que somos 12 y que el Pescado lleva el acordeón y Ricardo la guitarra.

– ¡Por supuesto! le digo, anótame.

La Plaza está hermosa, llena de flores coronadas por la fuente con sus brazos acuáticos, todo propio de una primavera que se precie, me permito sospechar que la anterior no fue así, pero no me acuerdo. Ojalá haya lugar para estacionar…

Por fin llego al bar, estaciono cerca, me gusta la ciudad, me identifica, no sé si hay alguna cosa  que nos descubra  oriundos, pero lo que sé es que cuando la recorro, la siento mía, mis movimientos están hechos para este escenario, la cadencia acompasa la ciudad donde nací.

Entro al bar y, como corresponde, mirando al frente, al cenit, muevo la cabeza de tal manera de saludar a todos y a nadie en particular. Enfoco y veo a Carlitos y Chiche que están esperando frente al café humeante, también está Carlos, el amigo veterinario. Todo normal.

 Me siento y comienza la charla banal, que alimenta el ocio más que el intelecto. Después de pasarnos las novedades, que nunca son tantas,  de pedirnos otro café, que marca el “Hasta Mañana”, nos sentimos CONTENTOS. Y surge como natural, guardado en nuestro interior como una marca indeleble, que contrasta con nuestra satisfacción de habernos visto, un…

¡¿Te acordás de la cuarentena?!   

Lic. Hugo Enrique Merlo

    

 

 

 

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