Todos hemos escuchado el cuento de la semilla de habas que crece hasta lo alto donde se encuentra la torre de un gigante. Tal vez solo conozcamos eso de estas legumbres, no sabemos cómo vienen, desde donde llegan y mucho menos que podemos preparar con ellas. La gran mayoría pensaría que se puede conseguir solo en paquetes cerrados como frutos secos. Y tan solo los que la hayan probado puedan deducir su sabor.
El grano verde que crece dentro de la vaina se consume siempre cocido. La idea de pelar cada leguminosa y retirar grano por grano, suena casi un trabajo cansador. Para pasar al siguiente estadio que es el momento del hervor para finalizar con el desenvainado de cada haba, retirando la piel externa. Así llegar al resultado un producto verde brillante que va a ser el que consumiremos en guisos y ensaladas.
Si es verdad, un gran trabajo pero la satisfacción de consumir este producto fresco y en estación es sublime, nos retrotrae a ese cuento, a las alturas y al satisfactorio trabajo que nos dio cada una de las semillas. Porque aunque no lo creamos, las habas son semillas que contienen vida, futura plantaciones y hasta futuras producciones de alimentos. Créanme que vale la pena descubrir su sabor, potenciar nuestra alimentación con los beneficios, hasta motivar la producción y venta de habas frescas.
Se clasifican en tres grupos dependiendo del tamaño de la vaina: larga, intermedia y enana. Dentro de cada uno de estos grupos existen muchos tipos de habas y cada una tiene sus propias características. Pertenecen a la familia de las leguminosas. Se cultivan principalmente por sus granos o semillas, así como también por sus vainas tiernas. Las zonas productoras son la Pampa húmeda y provincias de Buenos Aires y Córdoba.
Los beneficios de estas legumbres, tanto como las demás son que aportan tanto hierro como la carne de vaca y la misma cantidad de potasio que una banana. Los granos son libres de gluten, colesterol y sodio. Afirman que el cultivo es ciento por ciento sostenible: tiene escasa necesidad de agua, alta resistencia a la sequía y a las heladas. Además, ayuda a fijar el nitrógeno en el suelo.
Su consumo no solo es beneficioso para nuestro cuerpo, sino también para la tierra y producirla es altamente rendidor ya que su reproducción es directa. Para obtener semilla se recolectan las legumbres de la planta cuando toman un color amarronado y están secas al tacto. A continuación se desgranan dejándose orear.
Para aprovechar las cualidades de esta leguminosa, la receta de hoy es:
ENSALADA DE HABAS FRESCAS.
Necesitamos:
- Habas frescas
- Arvejas frescas
- Tomates secos
- Huevo
- Menta y limón
Procedimiento:
Pelar las habas, las arvejas y llevar a hervor por unos 20 minutos. Una vez tiernas, colar y dejar enfriar. Retirar la película que la contiene, una por una y realizar la ensalada con los demás ingredientes. Finalizar con un huevo, jugo de limón y aceite de oliva.