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sábado, 23 noviembre, 2024

UN LARGO CAMINO A CASA

El nuevejuliense Sergio Brangeri, retornó a Malvinas después de 31 años

“Fui a hacer un cierre.. y a cerrar las heridas del pasado, que me quedaron en el alma y en el DSC01957corazón”… comienza su relato Sergio, muy emocionado y con lágrimas en los ojos. Un Sergio muy distinto al que una vez estuvo allí. Ahora con el cabello entrecano, pero con la misma mirada de aquel joven que alguna vez emprendió su vuelo a ese pedacito de terruño argentino.

“¿Cómo surgió la concreción de ese sueño?

Hace casi 31 años que fuimos a combatir a las Islas Malvinas, a la guerra y hace 15 que tenía unas ganas enorme de volver y recién hace unos días, pude concretar este sueño.

Para mi fue muy emotivo y muy emocionante. Recuerdo que en un diario salió que se podía retornar a las Islas, que se podía volar de Buenos Aires a Malvinas. Hace 17 años, mis compañeros del Banco Provincia me preguntaron… “Vos queres ir?”.. a lo que dije “Si, me gustaría volver”. Tuve ayuda de parte de ellos, de algunas empresas locales. Pasó el tiempo, se complicaba un poco con los vuelos que había, que no había. Había problemas y la decisión, pesaba mucho…

Y recién ahora, era el momento. Con mis 50 años recién cumplidos me dije “Llegó el momento… y tengo que estar allá”.

¿Cómo se desarrolló el viaje?

En principio fue un viaje en un crucero, que entraba en Malvinas y terminaba en Chile. Hace más de un año que lo veníamos pagando. Fui con mi señora Sandra, mi hija más chica Antonella y mi yerno Emmanuel Zappa, pero el barco llegó y no entró a Malvinas porque no arribo al muelle del puerto. Además, el día que llegamos había un viento de más de 100 km/h y las veía de lejos a las Islas y los techos de las casas. Me había agarrado un ataque. Seguimos y cuando bajamos en Punta Arena, me acerque a una agencia de viaje y me informaron que había vuelos a Malvinas. Salía los sábados al mediodía y volvía a los 7 días. Lo arme con Antonella al viaje, conseguí alojamiento y me decidí en el momento.

¿Cómo fue llegar a Malvinas?

Llegue solo. Tome el vuelo desde Punta Arena a Malvinas. A las 3 de la tarde estaba en el aeropuerto y lo primero que vi fue una base militar muy grande. Imponente.

Hay militares casi como la cantidad de habitantes que hay en Malvinas. Saque la cámara fotográfica, pero no podes sacar hasta que salís de ese sector.

No había contratado nada para movilizarme, así que pregunté, había lugar, cargue la maleta y me subí a un colectivo. Iba mirando todo, me comía el paisaje.

Luego, llegue al hotel.

¿Qué sentiste al momento de poner un pie en suelo malvinense?

Estaba como desesperado. Sentía muchas cosas a la vez, casi indescriptible. Lloraba de la emoción. Cuando llegué al hotel quería ubicarme, pensé en quedarme, pero me fue imposible. Entré y salí. Creo que ni escuche las explicaciones que me daba el dueño del Hotel – que era chileno – escuché. Me dio la llave y salí a mirar.

¿Y donde fuiste?

A mirar la ciudad, que es con lo que había soñado cuando tenía 20 años, que desde el cerro veía humear las alas de las chimeneas con las turbas. Empecé a recordar con los olores porque ellos la consumen como leña y hay un olor especial.

¿Qué es la turba?

Es como si acá se cortase la tierra en cuadraditos y la usasen como leña. Ese es el olor a Malvinas, ese era el olor que recordaba.

¿Pudiste ir al cementerio?

Si, averigüé como ir. Si bien es muy costoso llegar, pero fui. Para que se ubique, el cementerio se encuentra 60 km pasando el aeropuerto y el costo es de 300 dólares. La vida de ellos es muy cara, al igual que los tours.

Tenia muchas ganas de ir al cementerio, al igual que poder ir al lugar o bases donde estuvimos combatiendo, que no era tan lejos. Caminé muchísimo, cruce cerros y hasta gaste un par de zapatillas de tanto que anduve, porque donde hay muchas rocas no pueden ir las camionetas.

¿Cómo fue ese gran paso?

Recién el martes. Porque vi cuando amaneció. Estaba lindo el día. Hable con la gente del hotel y me fui con una camioneta. José Luis se llamaba el chico del Tours y fuimos charlando. Llegamos al cementerio argentino y cuando bajas el cerro de golpe, te encontras con la imagen de todas las cruces… Ahí si.. que se te pone la piel de gallina y te moviliza mucho esa vista. El corazón se me salía. Me emociono cuando hablo de ello porque son nuestros, porque quedaron.

Ir ahora, a los 50 y ver que uno podría estar ahí es una de esas tantas cruces sin nombre. Hay más de 100 tumbas anónimas y que dieron la vida por este pueblo y, también hay otras con 4 ó hasta 5 nombres.

Estuve recorriéndolas por más de 40 minutos. Solo, mirando detenidamente cada una de ellas. Acomodando las cruces, los crucifijos que el viento había volado.

¿En qué estado está el cementerio?

Esta muy bien cuidado. Ellos son muy respetuosos en ese sentido. El chico que me llevó me tomo algunas fotos. Las recorrí en paz. Salí tan tranquilo con mi conciencia que ya me podía haber vuelto, pero no. Al otro día estuve en el cerro, en las trincheras..

¿Cómo fue volver a las trincheras, al lugar del combate?

Ha cambiado muchísimo. Uno cree que va a ver las cosas intactas.. Como quedadas en el tiempo, como cuando fue la guerra, pero no. Las han mejorado notablemente. Ellos explotan mucho eso. Pero me trataron bien.

¿Sabían que eras un ex combatiente?

Si porque uno de los guías chilenos, estaba en uno de los bares más importantes y me dice… “Les voy a decir que sos veterano de guerra”. Le dije “No habrá problema?”.. Me respondió que no y así fue.

Me dijeron que la guerra fue inútil y me dieron a entender lo mismo que se piensa acá. Me dijeron que me admiraban. Por suerte, todo bien.

De esa manera, transcurrieron los 7 días que se me hicieron cortos. Vi un barco con muchos turistas argentinos. Hable con ellos.

¿El motivo del arribo era similar al tuyo?

Por lo general, el sudamericano que quiere llegar a las Islas es porque tiene una cuenta pendiente en el lugar. Ya sea un familiar o porque estuvo combatiendo. Siempre quieren ir al cementerio. Tenia ganas de charlar con algunos de los nuestros y me encontré con gente de Vedia, de La Plata, de Rosario… Todos muy emocionados.

Me preguntaban donde había estado… Lo mismo que vos me preguntas ahora… Fue muy lindo sentirlo con gente nuestra, con argentinos como nosotros.

Después del viaje.. De haber cumplido ese sueño… ¿Qué sentís?

… Siento que cumplí, que hice un cierre psicológico y estoy contento. Le agradezco tanto a todos. En ese lugar me acorde de la gente de mi pueblo de La Niña, de los de 9 de Julio, de mis compañeros de trabajo. Me sentí muy acompañado en esa soledad.

Las caminé, las conocí bien, en paz.. Lo único que faltaba eran los sonidos de los proyectiles de aquel abril ´82. Donde pise por primera vez el suelo de Malvinas. Esta vez, lo disfruté muchísimo.

****Por: Lic. Sandra Sueldo ****

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