(Por Fernando «Cocó» Maineri)
No lo dudes, si hay algo en lo que merece la pena poner ganas, tiempo y esfuerzo, ese algo eres tú mismo. ¿Se te ocurre mejor inversión a futuro? De nada te van a servir todas las cosas que hayas podido atesorar si tu cuerpo y tu mente no acompañan.
1.Actividad física. Seguramente realizas algún tipo de actividad física, pero sin regularidad, control, ni planificación alguna. La mejor forma de ser regular y sistemático es imponiéndose un horario, estar a la orden de un profesional, o quedar con amigos para encontrarse. Si sabés que tenés un compromiso es mucho más fácil que cumplas, unas veces por ti, otras por tu entrenador, o por tus amigos, el caso, es que vas y entrenás.
El factor social es muy importante para realizar la actividad y completar la rutina. Lo ideal es que realices una actividad acorde a tu edad, estado físico, y ganas. Debería ser lo más completo posible, ni aeróbicos, ni musculación. Complementar la actividad con ejercicios funcionales, aquellos parecidos a la vida cotidiana. Realizarlos con el propio cuerpo en plazas o centros de salud.
Con la edad, el metabolismo se va desacelerando y esa desaceleración se puede compensar con un entrenamiento combinado de tonificación y aeróbico, aumentando la cantidad de masa muscular que es tejido metabólicamente más activo.
2.Eres lo que comes: sin una buena alimentación, de nada vales entrenar como un loco. Es claro que no puedes rendir como un F1 con gasolina normal, si comés cualquier cosa y entrenás, si vas a mejorar, pero no tanto como si te alimentaras de forma equilibrada, además que podrías tener problemas de salud a largo plazo.
Básicamente. consultar con nutricionista.
Hidratos de Carbono: es el principal combustible de los músculos y cerebro, la primera fuente de energía de la dieta, y además la más barata.
Proteínas: nutrientes de carácter estructural, o sea, que se usan sobre todo para la construcción de tus músculos y estructuras corporales.
Grasas: tienen mala fama por los problemas de obesidad, colesterol, y enfermedades cardiovasculares a los que se asocian, pero hay que saber interpretar los datos. Hay dos tipos de grasas, saturadas e insaturadas. En general los saturados son de origen animal y suelen ser sólidos a temperatura ambiente, mantequilla, nata, grasa de carne, y los insaturados son líquidos a temperatura ambiente y provienen de vegetales, semillas y pescados, se encuentran en el aceite de oliva, pescados, girasol y maíz.
Los ácidos grasos saturados elevan el nivel de colesterol LDL y se deben limitar de la dieta. Los ácidos grasos insaturados son más sanos, mejoran los niveles de colesterol HDL o bueno y ayudan a controlarlo.
3.Entrena tu mente: Somos un todo cuerpo-mente indisoluble y que el equilibrio entre ambos es fundamental. Igual que los músculos que mejoran con el entrenamiento físico, que refuerza las fibras musculares, y así ganás fuerza, velocidad, potencia. Tu cerebro mejora con el entrenamiento mental, que crea nuevas sinapsis entre neuronas y esto te hace más inteligente.
Leer a diario. Pasa tiempo con pasatiempos, sopa de letras, crucigramas, etc.
Charlar con diferentes personas y temas. Utilizar la cabeza para cálculos, recordatorios, etc.
Recordar nombres de personas, actividades realizadas, viajes, etc.…
4.Dedicale tiempo a tu piel: puedes tener una excelente forma física, gozar de buena salud y no tener un aspecto saludable. A menudo deportistas y personas en general se olvidan de que el órgano más grande e importante que tienen, es el que los protege de infecciones, erosiones, radiaciones. Es la piel. La piel es austera, pero requiere un mínimo de atención para poder estar en forma como el resto del cuerpo.
A partir de los 40 años la piel del hombre comienza a perder firmeza y arrugarse. La estructura de colágeno se rompe rápidamente y, a partir de ese momento, su piel empieza a envejecer más rápido que el de la mujer. Empiezan a aparecer arrugas y signos de envejecimiento por errores en el código genético del ADN en el interior de las células, lo que produce defectos en la formación celular.
Al mismo tiempo, los niveles de energía en las células decaen y les resulta más difícil regenerarse. La piel puede tardar hasta 40 días en regenerarse completamente.