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jueves, 28 noviembre, 2024

Liderazgo: Las Actitudes que marcan un buen “Jefe”

(Por Gonzalo Merlo – GH Soluciones)

¿Sos un director o un jefe? ¿Liderás un equipo? Te cuento que actitudes marcarán la diferencia para llegar a mejores resultados.

Todos sabemos que liderar una empresa o un equipo de personas es una gran responsabilidad, ya que se mezclan situaciones que tienen que ver con la realidad de la compañía, pero también con lo que le sucede a cada miembro a nivel personal, incluso al líder.

Ser el jefe, no es solo dar órdenes autoritarias y controlar que los objetivos se cumplan, sino que la prioridad deben ser las personas, porque son ellas las que consiguen resultados, atraen el talento y comprenden que la sociedad está cambiando. Por eso, es necesario cambiar la concepción que tenemos del rol del jefe y buscar la felicidad en la empresa para todos.

El camino para lograrlo será invertir tiempo y dedicación a tus empleados y también en cambiar tus costumbres adquiridas, teniendo en cuenta los siguientes puntos:

Dar las gracias

Es una palabra mágica que abre muchas puertas. Cuando vos decís “gracias”, descolocás al otro, ya que no le queda más opción que bajar la guardia, ser amable y decirte “de nada”. Como dijo Cervantes “es de buen nacido ser agradecido”. Y es que la gratitud se entiende como la capacidad para reconocer un beneficio que se ha tenido y es un estado interior que se propaga hacia el exterior.

La otra persona lo entiende como que le estás reconociendo el trabajo que ha hecho, la valoras en su justa medida y eso insufla confianza.

Si sos el jefe, debes ser el primero en dar ejemplo. Agradecer lo que cada miembro aporta al equipo, con su esfuerzo y tesón. Da gracias todos los días a cada una de las personas que te rodean, eso será un ejemplo para que el resto te sigua. Eso es el buen concepto de liderar. Saber guiar a tu equipo hacia un estadio mejor de consciencia, bienestar y trabajo.

Escuchar

¿Guardas tiempo para escuchar a la gente de tu empresa? Puede que sí, puede que no. Si es que sí, no solo los oigas, escúchalos de verdad. Y si es que no, tendrás que hacerte tiempo para empezar a implementar esta práctica.

Las mejoras en cualquier equipo de trabajo empiezan por escucharse mutuamente. Debes saber qué problemas hay, qué se hace bien y qué se puede mejorar. Si no escuchas, nada podrás hacer para mejorar. No solo lo que pasa en la empresa, sino también para poder ayudar a las personas que te rodean.

Porque no se trata de escuchar únicamente los temas relacionados con la ejecución de los objetivos, sino también de los temas personales que le suceden a cada uno.

Si sabes que alguien lo está pasando mal porque tiene problemas en su vida personal, entonces el equipo le podrá ayudar y darle apoyo hasta que se solucionen sus problemas. Aunque solo sea con apoyo emocional, haciendo una salida con los compañeros y contando los problemas.

Proponer Retos

Estar durante años sentado en un despacho haciendo lo mismo es lo más mortal a nivel profesional que le puede pasar a cualquier empleado. Todas las personas tenemos talentos naturales que deben ser estimulados y alimentados. No puedes dejar que los buenos profesionales se marchiten bajo años de rutina.

Como buen jefe debes darle aire fresco habitualmente, animalos a que crezcan como personas y en conocimiento. Proponerle retos, plantearles proyectos hacen que salgan de su zona de confort; y ofrecer a todo el equipo tiempo para que puedan aprender nuevas habilidades y que les sirvan para afrontar esos nuevos retos que les has planteado.

Recordemos que sin experiencia nadie sabe hacer nada, los talentos innatos existen, pero que si no son incentivados de poco sirven. 

Potenciar las áreas en las que las personas son fuertes

Este punto está muy vinculado con el anterior. Fomenta que la gente pueda potenciar sus talentos naturales. Si estos talentos se llenan de polvo tras pantallas de una PC o en tareas rutinarias, no sirven de nada. Debes entender, que los talentos deben estar en constante evolución y eso siempre se hace mediante el estudio, aprendizaje y la práctica, dando rienda suelta al desarrollo de la creatividad.

En ese camino las personas se pueden equivocar, pero eso es necesario para llegar al éxito, ya que de los errores es de donde se aprende de verdad y te muestran el verdadero camino a seguir.

Creer en uno mismo

Imagínate que durante años tu jefe te dice que no vales para nada, a no ser que seas más fuerte que Hulk o que hayas fabricado unas barreras de hierro, un mensaje como estos puede marchar mucho la autoestima profesional.

Cualquier jefe que hiciese esto con sus empleados, debería ser automáticamente despedido, porque no sabe liderar un equipo.

El jefe que lidera (y no manda) es aquel que hace crecer la autoestima de cada profesional de su equipo. Este jefe fomentara su potencial y se preocupará de que la persona reoriente su carrera, si se da cuenta de que tiene unos talentos que no están bien aprovechados en su posición actual dentro de la empresa.

Palabras amables y que fomenten la autoestima de cada uno son la única forma de creer en uno mismo.

Confiar

No es la confianza que tienes en ti mismo como jefe. Sino, que se trata de confiar en los demás. De forma fluída, en todas direcciones. Confía desde el inicio en todas las personas que te rodean y con las que trabajas, así todos deberán confiar en todos.

Quieran o no, esto es un reto para todos. Porque pone las expectativas altas. Cuando se confía plenamente en alguien desde el momento en que empiezas a trabajar con él, esa persona solo tiene un reto, y es no perder esa confianza que se ha depositado en él o la confianza que tiene en los demás.

El otro factor positivo, es que cuando alguien siente que sus decisiones son tenidas en cuenta y se las respeta, entonces trabajará más motivado, con más ilusión y de forma más proactivo en la consecución de los objetivos personales y grupales.

Un buen jefe no es jefe, sino un líder

 No seas jefe, liderá. La palabra jefe la llevamos todos muy arraigada dentro. Pero en realidad tiene una connotación de otra época.

Los valores que se asocian a esta palabra son los de dar órdenes, cumplir con los objetivos numéricos de la empresa a toda costa sin tener en cuenta a nada y a nadie y la de “obligar” a todos a trabajar en aquello que el jefe quiere.

Pero un líder es una persona que guía, que motiva, que saca lo mejor de cada uno, que ayuda, que escucha, que confía, que gestiona los problemas, que infunde confianza, que alimenta los talentos de cada persona y los anima a asumir nuevos retos. Es alguien que vela por la felicidad de la empresa. Porque sabe que lo primero en una empresa es la gente que la conforma, y que si eso se cuida, los resultados vienen solos.

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