Cocinera – Creadora del Blog Productores de mi Tierra
Desde chica tuve el gran sueño de cocinar, hacerlo con amor y dedicación. Si bien nunca lo exterioricé porque el deseo de formarme como profesional era mi mayor anhelo, la cocina seguía en mí, latente en todo lo que me gustaba. Recuerdo pasarme horas frente a la tele mirando programas de cocina a los 8 años, jugando a cocinar con verduras que mamá me daba para preparar la comida para papá. Aún conservo la sensación de la primera vez que metí mis manos en la carne para preparar hamburguesas, con tan solo 5 años ese momento quedó grabado en mí con gran felicidad.
Era una aventura… Los viajes de vacaciones yendo a ver a la abuela y comiendo los dulces correntinos que aún se preparan. Todo tenía un sabor diferente, creía que era una locura estar comiendo algo que no salía de las verdulerías. Todo era distinto, más natural, como si el tiempo se hubiera detenido, sin saber que eso me preparaba inconscientemente para mi destino. Los dulces de mamón de las tías, las sandias correntinas vendidas por niños en un carro circulando por las calles del barrio, las plantas de mangos, las paltas con azúcar, cosechadas del árbol de la abuela y guardadas en diario bajo la cama para que maduren, las carnes, los pescados a la parrilla del tío, la abuela y sus animales, la parra de uvas chinche, las plantas rastreras de zapallos y tantas otras cosas que vienen a mi mente con total alegría.
Hoy no dudo en pensar en esa herencia a partir de mi interés por la cocina. Esa herencia constructora de una memoria gastronómica y cada uno de los sabios conocedores de la tierra con los que me he topado me enriquecen día a día y fomentan mis ganas de conocer cada producto que utilizo para dar de comer a mi familia. Creo en la utopía de volver a un mundo así, a que ese soñador que mantiene la tradición de trabajar la tierra sea el que nos enseñe a poder sacarle el jugo a cada producto que fue el fruto, no solo de un árbol o de una planta, sino del sacrificio, esfuerzo y dedicación de las manos que lo hacen, LOS PRODUCTORES DE MI TIERRA.
Los sabores se mezclan en mi memoria y el bichito de la curiosidad dio origen a este hermoso proyecto. El destino, mi destino bien dicho me trajo a Pigüé, tierra fértil de productores en donde se lo mire, lugar de encuentro, de rutas entre plantaciones y vacas. Empecé por conocer los productores que me rodean, contacté a conocedores del tema y su ayuda y recibimiento fue muy grata para mí. Los productos estaban, la ayuda me la daban, el entusiasmo es mutuo con todos los que escuchan de mi proyecto. Salir a conocer es una de las cuestiones.
Un finde semana tomé la decisión y comencé. El destino era la tan deseada quesería de tan solo 60 km de casa. Arribamos de noche con algunos desafortunados episodios comunes en los viajes familiares. Nos encontramos con una muy cálida recepción, el encargado de la fábrica y uno de los pilares de la familia que crea un gran producto con historia.
La gran aspiración de mis acompañantes en esta salida era el queso cuartirolo, ese que me transporta a mis 9 años. Recuerdo ir al almacén a comprar un trozo de ese tipo de queso con la cubierta de fécula, ese que se fundía en pizzas, sopas, polenta con salsa y demás; Lejos de la realidad de los cremosos envasados actuales.
Finalmente, regresamos con la felicidad de todo lo adquirido. Mis acompañantes con los quesos que duraron menos de una semana, y yo, con una linda charla del productor, conocimiento y sabores a punto de volcar en mi proyecto y en mis comidas.
Una de las primeras recetas que llegó a mi mente, y se hizo realidad a pocas horas de llegado el queso a casa, fue la de sopa crema de zapallo. Para los días fríos de junio, ¡la mejor compañía! Con cariño, les dejo mi receta.
Sopa de zapallos con queso cuartirolo (para combatir el frio)
1 zapallo trozado cocido en horno por una hora
Romero y salvia
Sal y pimienta
1 cebolla chica picada
1 diente de ajo picado
2 cucharadas de aceite de oliva
1 pizca de comino en polvo
1 tazas de caldo de pollo
50 gr de queso cuartirolo
2 lonjas de panceta ahumada
Cortar el zapallo en porciones y disponerlo en una bandeja para horno junto con el romero y la salvia, la mitad del ajo. Tapar con aluminio y cocinar por una hora a horno moderado (si querés espolvorear una cucharada de azúcar por arriba, ¡¡¡queda espectacular!!!)
En una cacerola rehogar la cebolla con el aceite de oliva y la mitad del ajo picado, incorporarle el puré de las calabazas asadas, el comino y la taza de caldo. Cocinar tapado por 20 minutos a fuego medio hasta que espese, salpimentar a gusto.
Poner las lonjas de panceta en un plato con papel secante por debajo y llevar al microondas por 1 minuto o hasta que esté seco. Dejar enfriar y molerlo con los dedos hasta hacer un polvo de panceta.
Para servir, poner en el fondo del plato un trozo de queso cuartirolo. Servir la sopa caliente y, por encima, espolvorear el polvo de panceta y un toque de crema fresca.
Quiero invitarlos a descubrir conmigo los productores de mi tierra, esos que con su trabajo dan los ingredientes con los cuales elaboramos el alimento para servir en nuestra mesa; acompáñenme, hasta el próximo encuentro, hasta la próxima receta.