Pasamos el día tomando decisiones, desde la más sencilla, hasta aquellas que modifican nuestra vida. Eso quiere decir que elegimos. Para elegir necesitamos alternativas, cuando las alternativas son pocas, elegir una es más sencillo pero …veamos el Burro de Buridán, pensemos en la racionalidad, en un empresario, un presidente de un país, cuando sus decisiones afectan colectivamente…
Hacia el año 1300, Jean Buridán, planteó la siguiente paradoja. Un burro puesto frente a dos montones de pasto iguales, no puede decidir de cual comer y muere de inacción, esta es una paradoja y es una situación absurda, inverosímil. Pero existen escenarios de todos los días, supongamos que alguien que prioriza resolver las cosas urgentes cada día, pero dilata sus decisiones porque no puede decidir cuál de las tareas es más urgente o quien cree estar enamorado de dos persona no se decide por ninguna de ellas.
Como decíamos, decidir por algo es rechazar lo no electo, y esa segunda opción puede ser buena y eso causa angustia. Y ya que estamos, decidir también implica considerar cual es el momento, oportuno para hacer ciertas cosas: tener un hijo, fundar una empresa, eso nos pone frente a dilemas, solemos decir , por esperar el momento que pueda ser, pasa el momento que pudo ser. A veces las decisiones involucran cambios, dejar viejos comportamientos para enfrentar nuevos desafíos, eso necesita una adaptación y como un nuevo par de zapatos hay que acostumbrase, Molesta!
Podemos preguntarnos a esta altura si existe algún manual que nos permita tomar buenas decisiones, obviamente no hay tal recurso que nos diga como decidir, pero el origen de cualquier decisión debería ser, tener en claro lo que quiero conseguir, no caer en abstracciones, como por ej. Ser Feliz, no estar solo, ser el líder del mercado, etc, etc, hay que identificar precisamente la carencia o problema que se tiene y que se pretende solucionar con la decisión que tomemos. Es el objetivo es el que justifica la decisión y no al revés, no sirve tomar una decisión y posteriormente justificarla . No hay que plantearse lo que hacer sino lo que quiero. Esto ayuda a esbozar preguntas concretas, las abstracciones no ayudan a tomar decisiones. En definitiva cuando hay decisiones tomadas, hay que aferrarse y disfrutar lo que es, en vez de añorar lo que pudo haber sido.
Hay otros tipos decisiones más técnicas, administrativas para cual existen herramientas que nos permiten evaluarlas según algún criterio. Por ejemplo una decisión de inversión y se puede elegir la de mayor rendimiento esperado, o minimizar el riesgo, de alguna manera racional.
Un caso típico de toma de decisiones, ocurrió esta semana, el Presidente Macri, produjo cambios en la Presidencia de BCRA, y en un par de Ministerio, más allá de las personas elegidas para cubrir los puestos, ¿qué alternativas tenía el presidente ante la situación que se presentaba en el orden económico? muy pocas, estaba obligado producir un cambio para modificar las expectativas.
Antes mencionamos que, lo importante es lo que quiero y en función de ese deseo, debo decidir. Pero surge la pregunta… ¿somos capaces de tomar decisiones correctas por nosotros mismos? Cuanto participa la racionalidad y cuanto lo emocional. Dan Ariely , en su Libro “La trampa del deseo” dice que tomamos decisiones con previsible irracionalidad . Esto quiere decir ni más ni menos que tropezamos con la misma piedra. Más adelante Ariely, estudió las decisiones de compra de los individuos, y encontró que nos dejamos influir por las decisiones de los otros. Conociendo esta influencia podemos estar atenlos y mejorar nuestras decisiones.
Seguiremos con el tema
Lic. Hugo Enrique Merlo – GH consultores