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martes, 26 noviembre, 2024

Carta a papá y mamá

(Por AGUSTIN PONISSI / ENTRENADOR NACIONAL DE BASQUET / @agus.ponissi)

Viejos,

Perdonen que use este método para contarles un poco de lo que siento, pero todavía no encontré la manera mas cómoda de hacerles llegar algunas cosas que pienso.

Desde muy chiquito me incentivaron para que practique el deporte en el club donde ustedes jugaban, que lindo es entrar a la cancha y ver la foto tuya, pa, con el equipo que salieron campeones ya hace años. O cuando pasamos por el buffet donde le pediste a mamá que sea tu novia. Pensar que ahora es un salón de eventos que solo se usa los fines de semana.

Cuando agarré la pelota por primera vez ya todos me decían “este es el hijo de Francisco, este va a salir bueno” o sino “ojalá vos llegues y no te pase lo que le pasó a tu viejo”. No me sentía muy cómodo cuando todos me miraban jugar o esperaban que juegue como lo hacías vos, pero ¿qué importa? yo solo era feliz estando con mis amigos. Lo que mas disfrutaba era tener amigos con los que compartir un deporte, saber que no estaba solo cuando las cosas se ponían difíciles.

Nunca  me voy a olvidar cuando cumplí los 10. ¿Se acuerdan de que nos peleamos porque yo quería festejarlo con los chicos del cole y del club? Ustedes solo querían que yo estudie porque me había ido mal en una prueba y me preparé para el partido que jugábamos el fin de semana. No me olvido mas cuando me castigaron y me obligaron a entrenar en casa después de volver del club porque ese finde jugábamos contra el campeón del año pasado. Yo no quería eso, yo quería festejar mi cumple. Tampoco era la muerte de nadie, una prueba que me puede ir mal ¿no? Y el partido no era de mi interés ¿qué me importaba a mí que el entrenador fuera amigo de papá y me quisiera ver para reclutarme? Todo era porque les importaba a ustedes.

El día que no voy a olvidar mas fue cuando perdimos contra los últimos. Jugué muy mal. Ya en el auto camino al partido, me venías diciendo que tenía que ser el mejor de la cancha, que tenía que pasarlos por arriba, que meta todos los puntos porque yo era el mejor. Me empezaste a hablar de tus logros y todo lo que tenía que hacer para poder llegar a donde vos no pudiste. No me podía concentrar durante el juego, me acuerdo que mi entrenador me preguntó si me pasaba algo que no me veía contento, yo no paraba de pensar en lo que me dijiste todo el viaje. La vuelta a casa fue horrible, no paraban de gritarme con mamá los errores que había cometido durante el partido. Cada tres palabras me repetían que este era mi futuro o que los había defraudado, insultabas al profe por haberme sacado o a los árbitros porque no me cobraban una falta que yo había inventado.

Cuando pasé a “U13” me dí cuenta que ya no tenía los amigos con los que jugaba de chico, los pocos que todavía quedaban en el equipo ya no me hablaban o me odiaban porque no les pasaba la pelota. Pero si se las pasaba demasiado ustedes o el nuevo entrenador me gritaban desde afuera. Si me invitaban a un baile o alguna salida al cine a la noche no me dejaban ir porque tenía que descansar. Iban todos, menos yo.

No había manera de que amara el juego habiendo pasado todo lo que pasé, los gritos, la presión, las indicaciones.

Hoy, con 17 cumplidos, tomo todo el valor que me queda después de muchas horas de pensarlo para decirles que no tengo más ganas de jugar. Sé que la vida me está dando oportunidades que otro chico le encantaría tener, no todos pueden jugar en una selección juvenil o salir campeón con un equipo profesional con tan poca edad, pero de verdad hoy no soy feliz en una cancha.

No sé si van a leer hasta el final esta carta, pero mi nobleza obliga a decirles “Gracias”. Fueron ustedes los que arruinaron mis momentos de diversión con una pelota obligándome a ganarle al que estaba en frente, sus gritos y presiones me enseñaron a tomar malas decisiones que alejaron a mis amigos y compañeros de equipos, sus sueños frustrados pretendían que yo cumpliera con todo lo que ustedes no pudieron, pero no eran mis sueños.

Entre tantas malas actitudes ustedes me enseñaron la lección más importante que voy a cumplir a raja tabla. Cuando mi hijo crezca voy a respetar lo que a él le guste hacer, voy a apoyarlo en cada momento que él se sienta mal o se frustre con su equipo o sus compañeros. Seré el primero en decirle que pase la pelota y juegue en equipo, que respete a su entrenador, al árbitro y al equipo de enfrente. Lo obligaré a vivir una vida de niño mientras lo sea y nunca se olvide de tener amigos, porque los amigos están por encima que cualquier futuro pre determinado a cumplir. Gracias por enseñarme lo que nunca debe hacerse con un hijo.

Cuando yo sea grande, voy a obligar a mi hijo a ser feliz y ser niño.

Abrazo,

Su hijo.

 

 

 

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