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jueves, 28 noviembre, 2024

Todos A bordo

Miembro de la tripulación de un buque oceanográfico de última generación, Enzo Mastroliberto cuenta ya con varias millas náuticas navegadas y la experiencia única de trabajar en altamar en tareas diversas, incluso buscar al malogrado submarino ARA San  Juan.

(Por  Juan Manuel Jara)

 

                El “Víctor Angelescu” luce flamante amarrado en el puerto de Buenos Aires. Y  lo es, ya que fue botado en España hace solo seis meses, pero ya tiene varias millas náuticas recorridas, incluidos un cruce del Atlántico y un rastrillaje en el Mar Argentino. Es un buque oceanográfico que ahora pertenece al Instituto Nacional de Investigación Pesquera (INIP) que tiene su sede en la ciudad de Mar del Plata. Y entre su tripulación hay un nuevejuliense : Enzo Mastroliberto, ingeniero informático que  tiene a su cargo el mantenimiento de la red y los servidores del sistema de la embarcación. Es el System Manager del buque. Trabajaba en el Ministerio de Agroindustria y, por esos simples movimientos del destino, decidió pasarse al Instituto de Investigación Pesquera, mudanza a Mar del Plata obligada. Un cambio de vida buscado que ya lleva tres años. Así, Enzo fue elegido para ser parte del personal para traer al “Víctor Angelescu” en su viaje inaugural desde la Madre Patria hasta nuestras costas.

                “Antes que nada, hicimos una capacitación para conocer  todo el sistema que tiene el buque y lo trajimos navegando desde España”, cuenta Mastroliberto.  Veintidós días de travesía marina a través del Atlántico en un barco científico de última generación. Casi un paseo. Y no hubo mucho tiempo para familiarizarse con la nave  porque en poco tiempo el “Angelescu” fue requerido para una tarea especial.

                “La primer salida de campaña fue en la búsqueda del ARA San Juan,” relata Enzo, ”en donde se probaron los equipos científicos y las eco-sondas”.

                SEMANARIO EXTRA: ¿Cómo fue la experiencia del rastrillaje?

                ENZO MASTROLIBERTO: Pasamos por todos los estados anímicos. Al principio, fue alegría, por la convocatoria de la Armada. Era un desafío poner a prueba los equipos y respondieron muy bien. Ansiedad, por encontrar algo durante el rastrillaje. Y también tristeza, porque cuando encontramos  era otro naufragio. Pero  a la vez con la satisfacción de haber encontrado eso  a  400 metros de profundidad.

                SE: ¿Por qué el “Angelescu” dejó la búsqueda?

                EM: Nosotros dejamos la búsqueda porque el buque tenía que entrar a hacer un service dado las millas náuticas que habíamos recorrido. Y cuando finalizó ese chequeo, nos pusimos a disposición de la Armada nuevamente para cuando lo consideren necesario.

                “Se cayó el sistema”, frase fatídica, excusa perfecta para estos tiempos tecno-dependientes  es la “batiseñal” para que Enzo entre en acción. Bueno, en  realidad, también hace mantenimientos y otras tareas oceanográficas como en la búsqueda del submarino, con turnos de guardia para manipular las ecosondas en el rastrillaje del lecho oceánico durante los 28 días de búsqueda que estuvieron en el mar.

El Angelescu es un buque con autonomía para 65 días de navegación contínua, en relación al combustible.

                SE: ¿Te costó adaptarte a la vida embarcado?

                EM: Me adapté fácilmente a la vida en alta mar. Y en El 2018 voy a estar centrado en el “Angelescu”, por las campañas y porque hay mucho equipamiento para probar, sobre todo para las salidas de pesca, que es la principal actividad que realizamos en el Instituto.

                SE: Dame más detalles.

                EM: Determinamos las zonas de pesca en base a los relevamientos que hacemos en el Mar Argentino. Se determinan las zonas de ejemplares juveniles, las de los maduros, las zonas vedadas, las zonas autorizadas que van a estar disponibles, la cantidad de toneladas que se pueden sacar. El buque tiene capacidad de pesca, para sacar una cantidad limitada de peces para determinar que hay en esa zona. Esos son los datos que usan luego los pesqueros para sus salidas.

                SE: ¿Y qué hacen si ven algún buque o flota pescando en alguna zona vedada?

                EM: Nuestro fin es determinar las zonas de pesca y, en todo caso, si vemos un buque pescando dentro de las 200 millas damos aviso a Prefectura.

                SE: ¿Se examina a bordo lo que se pesca o se lleva al Instituto?

                EM: La pesca se congela en bodegas, para llevar al Instituto, que es donde se examinan a fondo, con los datos que se buscan, el ciclo de vida de esas especies, y otras informaciones. A bordo se puede hacer el estudio, por ejemplo cuando es merluza, o la de calamar, porque son menos áreas y menos cantidad, entonces  puede ser que se termine el muestreo en el buque, que está preparado para hacerlo. Cuanta con cinco laboratorios para los distintos análisis. También se analiza el piso oceánico.

                SE: ¿Cómo es un día a bordo?

                EM: En los días de rastrillaje en busca del submarino, teníamos un régimen especial, en donde todo estaba más pautado. Teníamos turnos de guardia de cuatro horas con ocho de descanso. Me levantaba a las 7 o 7:30 y desayunaba. De hambre no te morís, hay mucha variedad. Nada que envidiarle a un hotel. Víveres hay muchos y se toma agua envasada. Después del desayuno, al trabajo.

Hay dos horarios de almuerzo: a las 12 para la Guardia, y a las  12: 30 o  13 horas  para el resto. El menú es bueno, incluso con platos especiales para celíacos o vegetarianos. Hay mucho hidrato de carbono, pasta, arroz. Y la cena es a las 20 el primer turno y a las 21 el segundo.

                SE: ¿Hay siesta permitida?

                EM: La siesta es respetada casi a rajatabla.

                SE: Imagino que el movimiento del barco ayuda…          

                EM: Si, el “Angelescu” es un barco de eslora (NdR: el largo) corta, 52 metros, no cabecea tanto pero si tiene un balanceo que ayuda a conciliar el sueño.

                Para Enzo los horarios son más flexibles porque su tarea es mantener todos los sistemas informáticos de abordo en funcionamiento. Eso sí, el buque también cuenta con una zona de esparcimiento, en la misma cubierta en donde está el comedor, con televisores, internet, buen catálogo de películas y otros “juguetes”. Las campañas de pesca implican determinar las zonas de captura e investigación y eso permite organizar mas el tiempo de trabajo diario aunque a veces implica trabajar a deshoras. “En las campañas de pesca hay distintas estaciones que son donde se hacen los lances de pesca”, cuenta Enzo, ”y la distancia entre esas estaciones pueden ser de varios kilómetros, incluso horas. En la campaña de pesca el tiempo de trabajo es más variado porque hay que hacer alguna estación, un lance de pesca, en el momento que se llega a ese punto. Y ahí hay que estar listos. No importa otra cosa”.

                En el horizonte de Enzo Mastroliberto se vislumbra un 2018 de muchos días en altamar. Y los que le toquen de descanso en tierra serán aprovechados para descanso, alguna visita al pago nuevejuliense en busca de un rico asado de carne, preferentemente de cualquier especie que camine, no que nade.

                              

 

 

 

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