El esfuerzo, la superación, el ejemplo…
Daniel Olivares, conocido peluquero de la ciudad, consolidado en su profesión; acaba de cumplir una cuenta pendiente en su vida: completar sus estudios secundarios y ahora apunta a los terciarios. Cuenta su historia de vida y por qué no es imposible pasar de tener incompleto el primario, a seguir intentando pese a todo.
Daniel Olivares tiene actualmente 55 años, es un estilista reconocido, no solamente por su trabajo, sino por su particular sentido de la amistad, una charla siempre amable y respetuosa; y como buen peluquero, un analista de la realidad; verborrágico y crítico, pero también abierto a escuchar.
Nacido en la ciudad en Trelew, provincia de Chubut, en 1985 se radicó en la ciudad de Puerto Madryn para realizar su actividad profesional, hasta que en marzo de 1998 se radicó en nuestro medio, de la que es nativa su esposa, Alejandra Macchione, y estos 19 años ha logrado posicionarse en su rubro y llevar adelante un trabajo que ha sido merecedor de numerosos reconocimientos.
Sin embargo, su espíritu inquieto y una deuda interior, lo han llevado a convertirse en un ejemplo para muchos jóvenes, que aún con más posibilidades, sin la necesidad de trabajar o tener que sostener una familia, abandonan sus estudios y a decir de Daniel, “desaprovechan una oportunidad única, de la que nunca deberían dudar”.
Olivares, a quien puede definirse como un verdadero autodidacta, tomó la decisión de cumplir con él mismo y saldar su deuda hace apenas 3 años, cuando comenzó a averiguar cuáles eran las posibilidades de finalizar sus estudios primarios –los que había cursado apenas hasta 3er. grado-, y luego los secundarios; llegando en estos días a la obtención de su título, al mismo tiempo que tiene confirmado su ingreso a la carrera de Martillero y Corredor Público, ya que “no quedarse, porque siempre se puede hacer algo más por uno mismo”, parece ser su gran premisa.
Así lo detalla cuando narra aspectos de su vida, de su llegada a 9 de Julio y de su decisión de no quedarse solo con tijeras y peines en sus manos, sino también con libros, apuntes y marcadores; y quizás en poco tiempo también, con un listado de propiedades a ofrecer a sus futuros clientes, marcando un rumbo de superación que se convierte en una referencia para quienes aún dudan de sus posibilidades o su potencial para alcanzar logros.
“Apenas llegué a 9 de Julio, la ciudad me gustó y me adapté rápidamente, aunque no fue fácil”, relata, y se sincera: “en Puerto Madryn constantemente ingresaban a mi local turistas que quizás no volvía a ver y que por ahí, en aquellos años, me pedían un peinado punk, desmechado o con la onda de Soda Stéreo, mientras que aquí todo era un poco más estructurado, con cortes muy prolijos, orejas descubiertas, camisas a cuadros y mocasines”.
“Si bien los primeros cinco años fueron bastante duros, hasta que logré hacer una clientela, la ventaja fue la de estar muy cerca de los centros de capacitación, donde pude perfeccionarme en el rubro, cosa con la que siempre me sentí comprometido”, comenta, al recordar que fue en uno de esos largos viajes para capacitarse donde sintió el primer impulso por cerrar su cuenta pendiente con el estudio.
Daniel Olivares recuerda que hace unos 10 años atrás, cuando sentía que pese a todo el esfuerzo realizado en su profesión se hacía difícil progresar, con la excusa de averiguar posibilidades de estudios universitarios para su hija, llegó a tomar conocimiento de cómo concluir sus estudios, ya que una de las grandes limitantes era el hecho de pensar que debía cursar durante 14 años hasta llegar a la obtención del título secundario.
“Seguramente un día la vergüenza que sentía al tener que mentir al llenar algún formulario y poner que tenía los estudios primarios completos pudo más y me decidí, aunque como suele suceder con muchas cosas, todo comienza por una casualidad”, rememora, al agradecer al destino una charla con el ex concejal y arquitecto Martín Banchero, quien lo impulsó a cumplir el cometido, accediendo a los distintos planes de finalización de estudios que existían en ese momento.
Sin dudarlo, comenzó la ronda de contactos necesarios, y gracias a la predisposición de Mariana Pianetti e Iris Esterlich, al poco tiempo se encontró frente a una mesa de examen, donde la pasión por la lectura, pese a los estudios inconclusos, comenzó a dejar sentado que el saber no ocupa lugar y que todo el conocimiento que pueda incorporarse, un día, es capaz de abrir una gran puerta.
“Siempre me interesó la temática de la autoayuda o la metafísica a través de autores como Paulo Coelho y justo coincidió con que el profesor que estaba al frente de la mesa era un fanático lector de los libros de Coehlo”, señaló entre risas el reconocido coiffeur de calle Mendoza casi La Rioja, recordando puntualmente las fechas del examen y cuál fue el primer libro que leyó: “4 en 1”, de Conny Méndez.
Así fue como obtuvo su certificado de primaria completa, con lo que inició su camino en el nivel secundario, a lo largo de tres años, donde siente, “se termina de abrir la cabeza”.
“Pude seguir adelante con mi profesión y completar los estudios sin llevarme ninguna materia y con un promedio de 8 y estoy a punto de iniciar la carrera de Martillero Público”, menciona con justo orgullo, pero fundamentalmente para transmitir su experiencia a otras personas adultas que “desaprovechan sus posibilidades de abrir la cabeza y descansan en el hecho de quedarse quietos, desconociendo que la mejor alternativa que podemos tener es la de acceder a conocimientos que nos llevan a poder discernir”.
“Es muy importante tomar un libro, de lo que sea; pero leer y razonar, invirtiendo quizás el mismo tiempo que solemos malgastar en redes sociales”, opina, sin dejar de extender el mensaje a los jóvenes que no encuentran su rumbo: “en nuestro país la educación es pública y gratuita, y esta es una oportunidad que no debe desaprovecharse, ya que cada persona debe estar siempre preparada para lo que pueda venir”.
Como buen peluquero, Daniel es de conversaciones largas y amenas, pero finalmente, cualquiera de sus respuestas no podrá igualar a la que por casualidad, se encuentra al buscar alguna característica de aquel libro de Conny Méndez que, en definitiva, comenzó a cambiarle la vida.
Dice el autor en el capítulo 1 de su libro “Metafísica 4 en 1”:
“Antes de emprender cualquier oficio que sea, el candidato que lo va a desempeñar recibe instrucciones o estudia la técnica del mismo. Sin embargo hay uno que emprende su cometido totalmente a ciegas, sin instrucciones, sin técnica, sin brújula, compás o diseño, sin nociones de lo que va a encontrar. Es el ser humano; que es lanzado a la tarea de VIVIR….”; y luego completa: “Es tu actitud la que determina todo lo que te sucede. Tu propio concepto es lo que tú ves, no solamente en tu cuerpo y en tu carácter, sino en lo exterior; en tus condiciones de vida: en lo material”.
Con el título en sus manos, Daniel sabe ahora que seguramente hubo algo más que un deseo de superación, un par de casualidades y un primer libro un tanto premonitorio: el esfuerzo constante, que algún día se materializa en logros.