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martes, 26 noviembre, 2024

8M: Relatos de las mujeres de la tierra: la semilla de lo que ellas sembraron en mí

(Por Mónica Gómez)

 

La tierra está viva y las mujeres están alineadas con ella” (Vandana Shiva -activista hindú del ecofeminismo. Premio Nobel Alternativo)

 

La lucha se reivindica un año más, las mujeres nuevamente nos damos lugar al espacio de reflexión y al encuentro. Con la imperiosa necesidad de seguir construyendo el camino hacia la igualdad. Aún queda mucho por exigir, dolencias que por más que gritemos, todavía seguimos sufriendo. Este 8 de marzo no fue una fecha más para festejar, fue una jornada en la cual alzamos las voces, exponemos las desigualdades que padecemos, denunciamos las limitantes a los recursos naturales y le decimos a viva voz, que la vida de todas las mujeres, todos los días, está en peligro.

Las historias de las pequeñas productoras de nuestro país sembraron en mí la necesidad de compartir fuerzas, mantener las raíces de una herencia de tierras y saberes y, así, hallar soluciones climáticas con justicia de género. Ellas, con sus enseñanzas, nos ponen de pie hacia un camino de libertad e igualdad:

Susana Uggiri, Gladis Britez, Cirila Esquivel, Rosa de Olivera, Mirta Arguello, Nely Paez, Rosa Elizabeth Amieva, Hilda Do Santos, Perla Schulz, Rosana Silva, Cirila Esquivel, Rosa Verdún, Trinidad Mujica, Valentina Lator, Silvia Zambón, María Elvira Usandizaga, María Colombo, Gabriela Cardozo, María Carolina Baratero, Kovina Ediht Grahl, Guillermina Soler, Myriam Mantulak, Claudia Gerlero, Gianina García, Beatriz Zemunich,  Javiera Rulli, Andrea Vultaggio, Marta Pacheco, Alicia Schvartzman, Elizabeth Zembrusky, Alejandra Rosario Rosi, Emilce Romero, Niseas Castelli, Raquel Rodríguez, Andrea Arzamendia, Luciana Martínez, Mariana Garofaloy, Norma Isabel Noll,Evangelina Mancuso,  Mirta Cardozo, Mirta Acacio, Rosario López Seco, Silvana Zimmermann, Pilar Flores, Analia Garayo, Noelia Gómez, Patricia Parra, Andrea Cristina Fortinisky, Juana Teresa Anunciación, Rosario Villasuso, Ivana Matvichuk, Margarita Miño, Alejandra Badino, Astrid Martínez, Ana Carolina Haro, Mabel Piersanti,Tamara von Bernard, Ana Benitez, Silvia Miños…

A cada una de ellas, por compartir sus vivencias,GRACIAS.

Las entrevistas a cada una de las mujeres trabajadoras de la tierra me enseñaron que en sus manos llevan las semblanzas de sus luchas, que en la oralidad se encuentran las  fortalezas y que entre todas resignificamos el amor por la tierra y por la otra.

Estos testimonios son el reflejo de ello:

De mujeres que compartieron sus vivencias, dejando como enseñanzas que el fruto que brota de la tierra, tiene un valor inmenso para ellas. Que, a ese alimento, a esa planta, a esa verdura se le da gracias: del trabajo constante en la tierra ese fruto será la recompensa.

“Hasta el tenedor que hay en mi mesa fue comprado producto de las sandías que nacen en mi chacra, mira si yo no tendré amor y respeto por lo que nace aquí». Hilda Do Santo productora de sandías. Valle del Cuña Pirú, Misiones.

De mujeres fuertes con historias y manos en la cocina es que aprendí que el sabor y la pasión son dos ingredientes fundamentales para llegar a ser una gran cocinera. Como alquimistas, despliegan sus saberes alimentando el cuerpo y la mente.

“Nadie puede amar lo que no conoce, por eso todos los que nos dedicamos a alimentar a otros tenemos que ser conscientes que lo que llevamos a la mesa es un acto de amor y convicción”. Perla Herro, chef activista del Slowfood en Argentina. Buenos Aires.

De mujeres que son naturaleza, de las que conectan su sentir con la biodiversidad, de aquellas que entienden los ciclos que la Pacha nos determina, de las que son madres, tribus, amigas y vida. Que trabajan por un mundo, profesando el respeto universal, de ellas, las agroecológicas, comprendí por qué la lucha de un ambiente sostenible es un acto político.

“Soy hija, nieta y bisnieta de nativos, población ancestral que hasta el día de hoy nos enseña a vivir plenos. ¿Para qué tanto juntar dinero si lo que necesitamos es alimento?” Ángela Romano, agricultora de los Valles Calchaquíes, Tucumán.

De las productoras comprendí el don del trabajo en equipo, la puesta en valor de las tradiciones, de las manos a la par de las del hombre: que no hay trabajo que valga la pena abandonar si es por la lucha de tu tierra. La inserción de mujeres en la temida agroindustria: como ellas, a pesar de las dificultades, cruzan las tranqueras y entran al mundo comercial.

“La gente del campo sigue adelante, no queda otra, nunca parás. Esa convicción la heredé de mi viejo, en la tarea rural hay momentos buenos y malos. Somos gente de lucha, quizás porque es lo único que sabemos hacer, quizás porque para vivir del campo necesitas pasión”. Susana Rosso. Productora ganadera, El Trébol, Santa Fe.

De las que son hijas únicas o profesionales pude sentir el sufrimiento,  por tener que tomar el supuesto lugar de hijo varón. Como la mirada del otro pesa cuando se espera mucho de nosotras y reconocí la valentía de desafiar a empleados, veterinarios o a los que, comúnmente, caen en la banalidad de que “el campo es cosa de hombres” y  crean un ambiente hostil para ellas.

“Mi papá era empleado rural, hacía agricultura y como no tenía quien lo ayudara, lo hacíamos entre mi mamá y mis hermanas. Somos cuatro mujeres, desde chiquitas aprendimos lo que era andar en el campo arriba de los tractores”. Maria José González, contratista. Micaela Cascallares, Buenos Aires.

De mujeres que dedican su vida a enseñar, percibí que crean futuro, que sueñan con la construcción de la libertad a través de la educación de los pequeños, que serán los que desde hoy garanticen los derechos universales.

“En nuestra zona tenemos muy pocos jóvenes que siguen el trabajo de la tierra como sus padres. La mayoría se van a estudiar y no vuelven. Como docente rural me preocupo por  brindarles este espacio, ellos son el futuro verdadero”. Liliana Fernández, maestra rural y coordinadora del ente sanitario en la Asociación Rural del Sur Pampeano. Río Colorado, Río Negro.

De las manifestaciones de estas mujeres asimile que son necesarias para luchar por  las desigualdades de género, lograr la equidad social y combatir el cambio climático. Las mismas que viven oprimidas debajo de la alfombra de la falocracia. La construcción es colectiva, es de la mano, somos todas: este es el camino para encauzarnos hacia un planeta sostenible, el derecho a la soberanía de las tierras y  un mundo en el que exista la igualdad de género.

“Éramos un grupo de chacareras que parabamos los remates cantando el Himno Nacional, con las banderas colgadas al hombro. Rezabamos, sabíamos que no estábamos solas y así, juntas, creamos el  Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha. Lucy de Cornelis, activista fundadora del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha, La Pampa.

“Quien no se mueve, no siente las cadenas”

Rosa Luxemburgo. -Feminista soviética-

 

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