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martes, 3 diciembre, 2024

50 años buscando a su madre y una respuesta inesperada: «Si tuve una hija? Sí, hace mucho tiempo, pero nació muerta»

Marcela tenía 52 años en septiembre de 2023 cuando tomó contacto con el Programa de Derecho a la Identidad Biológica de la Defensoría del Pueblo de la Nación. Llegó, como tantos otros, munida de retazos de su historia, muchas dudas y pocas certezas.

Sabía que nació en junio de 1971, alrededor del 14, en un hospital de una isla que pertenece al municipio de San Fernando, que la habían ido a buscar en una lancha taxi y que su mamá biológica trabajaba en ese entonces como empleada doméstica en la casa de Quien sería su padre biológico. También sobre cierta relación de ambos con un determinado aserradero, ubicado en Tigre, provincia de Buenos Aires. Todo esto Marcela lo supo porque María Marta, su madre de crianza se lo había contado.

Marcela no tenía otros datos y la información con que contaba no alcanzaba para encontrar su origen biológico, algo tan básico e indispensable como saber quién era.

Marcela aportó a la Defensoría del Pueblo su partida de nacimiento que indicaba haber nacido en la Ciudad de Buenos Aires y una lista de hospitales de San Fernando, aclarando que los libros de parto de 1971 de estos hospitales se encontrarían en las oficinas de la municipalidad de San Fernando.

La DPN debía poner manos a la obra. ¿Qué buscar? A una mujer que hubiera dado a luz a una niña en junio de 1971 en uno de los hospitales de una isla de San Fernando en la provincia de Buenos Aires; y alguna relación, quizás, con aquel aserradero.

Comienzo de la investigación:

Como primera medida se pudo dar con los libros de partos del 10 al 20 de junio de 1971 de uno de los hospitales consultados.

En diciembre del 2023 se recibió la respuesta. Entre toda la documentación hubo una que destacó: en el libro del Hospital Boca Carabelas del Delta se destacan tres partos: el 20 de junio habían dado a luz a un niño y a dos niñas. Descartado el varón, quedaban las dos niñas, pero de una de ellas se observó un dato que llamó la atención de los investigadores de la DPN.

El 17 de junio de 1971 una mujer de 26 años llamada Mónica B., de estado civil soltera, había dado a luz a una niña de 3,7 kg. El domicilio que la madre había registrado en el Hospital Boca Carabelas era el mismo aserradero, en Carapachay, provincia de Buenos Aires.

¿Aserradero? ¿no se trataba del mismo que mencionara Marcela? Era el mismo y una pequeña luz de esperanza parecía abrirse en este caso; había que encontrar a Mónica B.

La DPN, entonces, solicitó nuevos informes para dar con el paradero de una mujer llamada Mónica B., nacida entre 1943 y 1949.

El 31 de enero llegó otra respuesta que informaba sobre una mujer de nombre Mónica B., nacida en mayo de 1945 en la provincia de Entre Ríos y con último domicilio declarado en Montecarlo, Misiones. No había registro de número telefónico, sí una fotografía y su último domicilio declarado.

El delegado de la DPN en Misiones indagó con diversas fuentes para dar con el paradero de Mónica B., pero nadie sabía de ella. Entonces se decidió pedir colaboración a la Policía de la Provincia de Misiones para que ubicara a Mónica.

Mientras tanto, Marcela no dejaba de aportar todo cuanto podía conseguir para nuestra investigación, datos, fotos, nombres, fechas. ¿Cómo no comprender la ansiedad de Marcela por encontrar su identidad?

Era julio del 2024 cuando en la Defensoría se recibió un llamado: una mujer que se identificó como la nuera de Mónica B. y que respondía al pedido de contacto que le transmitió la policía.

La primera vez que la DPN se comunicó con Mónica B. para consultarle sobre el caso que investigaba ella respondió: ¿si tuve una hija?, sí, hace mucho tiempo, pero nació muerta. Agregó que ella trabajaba como empleada doméstica en el aserradero y que, por aquel entonces, había dado a luz una niña en el hospital mencionado.

Frente a tantas coincidencias de los relatos de ambas, Mónica B. aceptó realizarse un cotejo de ADN que confirmó el vínculo biológico entre ellas.

Por fin, después de un año de investigación la madre de Marcela había sido encontrada. Un detalle en un libro de partos que hacía años se ocultaba en las estanterías de las oficinas de un municipio: el aserradero.

El resto de la historia la reconstruirá, si así lo desea, Marcela. Según información que ella misma pudo recabar, su madre la dio con consentimiento sabiendo que nació viva, pero esa historia, haya sido de un modo o de otro, le pertenece.

Su origen biológico se abre frente a ella por primera vez después de muchos años de búsqueda.

 

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