(Por Sofía Corina)
El año comenzó con la peor sequía de los últimos 50 años en los meses de verano. El respiro lo trajo los meses otoñales (marzo y abril) con acumulados por encima de los promedios históricos. Gracias a estas lluvias se desataron las siembras de trigo. Sin embargo, en último trimestre (junio, julio y agosto), se cortó la humedad dejando acumulados por debajo de los últimos 10 años. ¿Qué nos depara el pronóstico a mediano plazo?
“Los efectos de las anomalías climáticas se hacen más frecuentes e intensos por el efecto del cambio climático”, así lo afirmó Jose Luis Aiello, Doctor en Ciencias Meteorológicas y asesor de GEA BCR. Y bajo este efecto, se fue gestando el año 2018 y continuó hasta la actualidad. La distribución de las precipitaciones en lo que va del año discrepa significativamente con los promedios históricos.
Para poder evaluar esta situación, analizamos los registros de los últimos 10 años de la red de estaciones de GEA (Bolsa de Comercio de Rosario) cuya distribución es uniforme y se concentra en la región más productiva de la Argentina.
Si se comparan los registros de los 10 últimos años con el año actual, en términos generales, se pueden agrupar los meses de enero a agosto del 2018 en tres periodos definidos para la mayoría de las localidades analizadas:
1- Enero-Febrero-Marzo: muy seco respecto a la media. Como ya fue muy bien desarrollado en informes anteriores, fue la peor sequía de los últimos 50 años, causante de la pérdida de 19,5 Mt de soja y 9,5 Mt de maíz respecto a las estimaciones iniciales de la GEA-BCR.
2- Abril-Mayo: más húmedo respecto a la media. Esto generó un alivio para los suelos, permitiendo que se puedan sembrar los cultivos invernales y que hoy en día se mantengan en buenas condiciones. Las temperaturas también tuvieron un rol preponderante ya que fueron frescas y estimularon el desarrollo de macollos. En el mapa se puede visualizar la diferencia de precipitaciones acumuladas de abril y mayo respecto a la media de los últimos 10 años en dicho periodo. Las zonas coloreadas con azul más oscuro duplican las cifras medias, mientras que hacia el suroeste de la región el acumulado de esos meses fue levemente inferior. En promedio llovió un 94% más respecto a la media del periodo analizado.
3- Junio-Julio-Agosto: más seco que la media. Esta falta de agua recortó las expectativas de alcanzar los buenos rindes de trigo que se obtuvieron el año pasado, sin embargo el cultivo pudo mantener una buena condición por las reservas que ya tenía el suelo gracias a las lluvias mencionadas anteriormente (abril y mayo). Solo hubo pérdidas de hojas basales. En el mapa se puede visualizar las zonas y la cantidad de milímetros acumulados respecto al promedio de los últimos 10 años en el periodo junio-julio-agosto. Las localidades de Córdoba presentaron en promedio un 80% menos de precipitaciones respecto a la media. Este hecho combinado con sus suelos más arenosos (retienen menor contenido de agua) fue lo que encendió una alerta de sequía en la zona. El sureste de Santa Fe fue otro foco que presento un 70% menos de precipitaciones respecto a su promedio.
Escenario actual: septiembre 2018
El mes comenzó con déficit de agua y pronósticos de lluvia que fallaron. Esto limitó las siembras de maíz temprano y generó preocupaciones en el rinde final de trigo. Afortunadamente el 18/9 se registraron lluvias generalizadas en las zonas más necesitadas. Si bien no alcanzan para revertir el déficit de los últimos 3 meses, por lo menos es un respiro para los trigos y destraban las siembras de maíz en las zonas más beneficiadas por las lluvias. A esta situación se le agregan nuevos pronósticos de lluvia para el próximo domingo que refuerzan las reservas hídricas de cara a la siembra de maíz. Los siguientes mapas muestran el acumulado en lo que va en el mes de septiembre y como se encuentran las reservas hídricas del suelo actualmente.
Escenario probable para la campaña gruesa 2018/19
Según los modelos predictivos a mediano plazo, hay un calentamiento del océano Pacífico Ecuatorial. Esto significa que existe una probabilidad de lluvias por encima de los promedios históricos en los meses de verano. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) pronostica que se trata de un Niño débil ya que su probabilidad de ocurrencia es del 65-70%.
El Dr. Aiello, por su parte, advierte, qué aunque se espera un Niño débil en el próximo trimestre hay que tomar conciencia de que el sector va hacia una mayor vulnerabilidad productiva. “No hay que olvidarse que los efectos de las anomalías climáticas se hacen más frecuentes e intensos por el efecto del cambio climático”, concluye.